Il cielo in una stanza: Parte II -Moody Blues-

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El albino parpadeo un par de veces, inhalando aire profundamente. Era un lio total. Sentía sus rodillas temblar, las palmas de sus manos empezar a sudar, su corazón jamás había latido de esa forma, estaba congelado en ese lugar, mirando la fina cortina blanca ante él.

Esa noche se cumpliría lo que tanto había anhelado durante mucho tiempo. Conocería a Sticky Fingers...

Joder, maldición, mierda. El jamás había pensado que esta seria la noche en la que lo que tanto anhelaba se volvería realidad. Lo había tomado completamente por sorpresa. Tantas veces imagino y planeo ese escenario en su cabeza, y ahora estaba ahí, de pie, como un estúpido y la mente en blanco.

"Respira... respira" se recordó a si mismo Leone, inhalando profundamente. Conto hasta tres, sosteniendo con más fuerza los obsequios que traía en brazos y finalmente camino.

Abbacchio rodeo la cortina, al hacerlo lo primero que captaron sus ojos fue un enorme tocador con un espejo rodeado de luces, un dulce aroma a perfume inundo su nariz. En la única silla frente al tocador, tan precioso y perfecto, mirándose al espejo se encontraba él... Sticky Fingers.

El pomposo atuendo de antes aparentemente se había ido, aunque aun estaba usando los broches para el cabello. Al ver el reflejo de Abbacchio acercarse, el pelinegro inmediatamente se puso de pie, girándose hacia él.

En el primer instante, Leone perdió el aliento, su corazón se detuvo...

Fue... diferente. Totalmente diferente a verlo sobre el escenario, bajo las luces brillantes que enfocaban en todo momento su figura, ataviado en pomposos atuendos atrevidos que hacían lucir preciosamente su escultural cuerpo.

Ciertamente, Abbacchio ahora comprobaba que ese joven bailarín no necesitaba ni la más tenue luz para iluminarlo. La luz solo era un adorno ridículo ante lo resplandeciente que era él por si mismo. Leone ya lo sabía, y ahora lo tenía absolutamente comprobado.

El hermoso pelinegro se encontraba usando una larga bata de seda blanca enmarcando su precioso cuerpo curvilíneo, con holanes en las mangas largas y en la parte inferior. Era un atuendo sencillo comparado con lo que había estado usando anteriormente, pero a la vez llamativo, el cual hacia resaltar la preciosa y suave piel que se encontraba mostrando escasamente en aquella ocasión. Leone noto, con absoluta curiosidad y fascinación que, al no encontrarse bajo las luces intensas del escenario, la piel del pelinegro lucia un aspecto mas tostado, era un encantador tono oliva mas oscuro del que aparentaba sobre el escenario. Absolutamente hermoso. Le encanto, le gusto demasiado, un color oliva hermoso, suave y cremoso del que se enamoro en un segundo.

- Buona notte – saludo el pelinegro.

Aquella voz dejo mudo a Abbacchio. Era una voz varonil bastante suave, tan suave como el más fino terciopelo. ¿De verdad, no se encontraba soñando?

Y si antes estaba mudo, Leone se quedó mucho más mudo cuando la belleza de cabellos negros ante él estiro sus preciosos labios gruesos en una sonrisa, expectante.

- B-uona notte, cuore mio – respondió Abbacchio, dando un paso al frente. A pesar de sus enormes deseos de acercarse demasiado al pelinegro, Leone mantuvo la distancia, pues lo último que quería era incordiar al precioso bailarín. Ya bastante suerte era que este lo hubiese citado en su camerino, un hecho histórico. Abbacchio era el primero que visitaba ese lugar.

No obstante, hubo algo en el ojiazul que hizo a Abbacchio cambiar de opinión instantáneamente. Lo observo separar sus hermosos y gruesos labios maquillados de precioso color azul, sutilmente, vio como sus espesas pestañas negras se agitaban de una manera de lo mas encantadora.

Due cuori sotto un ombrelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora