Día de Campo

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Yen y Yan son OCs propiedad de regularbluejay-girl. ¡Visiten su Deviantart!

Un par de conejos se encontraban escalando una colina hasta llegar a su cima. Allí había un sauce inmenso que entregaba la suficiente sombra a nivel de sus raíces. El pasto era de un verde tierno que daban ganas de devorarlo aunque fueras un carnívoro. Había una brisa exquisita que mecía las ramas del sauce y peinaba las briznas de césped. Desde la cima de la colina, se podía ver los techos de las casitas del pueblo frente a la cordillera de colinas y montañas que hacían acto de presencia con sus sombras imponentes. Sin duda era un lugar de ensueño para escapar de toda preocupación y realidad.

Era un lugar de ensueño para los conejos. Yan y Yen decidieron hacer un día de campo aprovechando su día libre. Yan era una coneja alegre de color celeste cielo con unos brillantes ojos color lila. Traía un moñito rosa sujeto a su cabeza y un poco de cabello castaño tanto en las patillas como en la nuca. Yen en tanto era un conejo un poco más alto, de pelaje lila y ojos azules. Tenía un mechón rebelde de pelo sobre la frente del mismo color de su pelaje.

A pesar de las diferencias, ambos conejos tenían ciertas similitudes, como sus cabezas redondas, sus orejas flotantes, sus pequeñas narices rosadas o su uniforme. Ambos vestían un uniforme de tela color blanco con un cinturón gris claro, calcetines blancos y zapatos marrones. El de Yan era un vestido que le llegaba a las rodillas, mientras que su hermano llevaba una camisa con unos pantalones.

—Creo que aquí está bien.

Yan anunció alegre con una voz jovial mientras correteaba hacia la cima, mientras que su hermano escaló con calma, siguiéndolo con la cesta de comida.

Una vez junto al sauce, Yen se encargó de preparar la comida, mientras Yan se distrajo con un ciempiés que escalaba por el tronco. El conejo extendió el mantel a cuadros blanco con rojo que extrajo del cesto, colocó un pie de zarzamoras, una bandeja con dos manzanas, un plato con galletas con chispas de chocolate, un termo con té, una botella con jugo de naranja, vasos de bambú, platos de plástico, cubiertos y servilletas.

—¡Está listo! —avisó Yen con voz grave.

De inmediato, su hermana dejó en paz el ciempiés para correr junto al mantel.

—¡Se ve delicioso! —exclamó sentándose junto a su hermano.

Como respuesta, Yen se limitó a sonreír.

—El pie de zarzamora se ve delicioso —celebró Yan mientras su hermano le servía un trozo que estaba cortando.

Cuando cada uno tenía un plato con una porción generosa, comenzaron a comer en sincronía. Cada uno le daba un mordisco a su porción al mismo tiempo. Ambos comían en silencio con los ojos cerrados. Podían oír las aves cantar en la copa del sauce. Podían sentir el olor a humedad mezclado con el dulce aroma de las zarzamoras. Podían sentir la brisa suave y fresca del viento rozar sus pelajes. Podían sentir el intenso sabor a zarzamoras del pie.

—¡Mamá cocina delicioso! —exclamó Yan con una enorme sonrisa.

—Así es —contestó su hermano asintiendo con la cabeza mientras era contagiado por la alegría de la coneja.

Los minutos de paz y tranquilidad cruzaron por el presente de los muchachos, regalándoles la confianza e intimidad que ambos no sabían que necesitaban. Era un Nirvana que ambos lograron valorar y desearon no romper.

Yan terminó de comerse su porción de pie y se chupó los dedos. Casi al tiempo, Yen le extendió una servilleta en silencio. La coneja se quedó con la mirada interrogante, intentando resolver aquel dilema. Tras unos segundos que parecieron eternos, ella terminó aceptando el obsequio.

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