𝐂𝐇𝐄𝐑𝐑𝐘 ━━ adrien agreste.

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⿴ 🐈‍⬛— 𝗣𝗔𝗦𝗘𝗢 𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗖𝗜𝗢𝗦𝗢.
❛Todo pasa por una razón. ᵕ̈ — 🦋

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݄⿴݃*₊↷Pov's Onmisciente。
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BECCA caminaba por los pasillos de la escuela en completo silencio. La primera semana de clases había terminado dando inició a la próxima. Llegó hasta su casillero para tomar los libros que necesitaría a primera hora.

Sintió como alguien la empujó levemente, molestandola completamente.

—¡Qué...!— se quedó a inicio de oración al ver la persona con la que había chocado. —¿Adrien?

—¡Becca!— exclamó el chico con nerviosismo. Había olvidado por completo avisar a su mejor amiga que tendría clases en su misma escuela.

—¿Por qué no me dijiste?— preguntó.

—Lamento no haber dicho nada, lo olvide por la emoción. Prometo no volver a hacerlo.— Adrien la tomó por la cintura para acercarlo a él y abrazarla.

Becca correspondió al abrazo con todas sus fuerzas. Había olvidado como se sentía estar en los brazos del rubio.

—Esta bien— sonrió. —¿Que buscabas?

—Mi libro de física, lo deje ayer cuando vine para registrarme— respondió suavemente.

—Eres un desordenado. Vamos te prestaré el mío — dijo la castaña.

Adrien asintió cerrando su casillero. Tomó su mochila para dirigirse a la puerta del salón y entrar, Becca lo siguió.

—¿Y como has estado?— preguntó Adrien en busca de recuperar el tiempo perdido.

—¡Excelente! He mejorado muchísimo en matemáticas— respondió entre risas.

Adrien soltó leves risas que provenían de los recuerdos que tenía de cuando estudiaban juntos.

—Me alegro, enana— le regaló una sonrisa sincera.

Ambos llegaron hasta el lugar que Adrien había elegido.

—Hablamos luego, Becca— dijo dejando un pequeñito beso en su frente. Los demás compañeros observaban todo sorprendidos.

Pero Becca no parecía notarlo. Fue hasta el final del salón dando brinquitos de alegría.

—¡Adrien es tu novio!— gritó en un susurró Alya. Becca soltó una gran risa.

—¡No! Somos mejores amigos — aclaró aún sin dejar de reír.

—¿Entonces porque te besó la frente delante de todos?— cuestionó la morena con insistencia. Becca rodó los ojos.

—Es nuestra costumbre— contestó. —¿Además, de dónde conocen al rubio?— preguntó.

—Digamos que tuvo un pequeñito percance con Marinette. Ya sabes— dijo con una sonrisa pícara Alya.

El rostro de la azabache adoptó un color rojo de la vergüenza que sentía. Aunque sabía que su nueva amiga tenía imprudencia de sobra.