I BONDAD - Sueños inconclusos

48 7 1
                                    

Sueños inconclusos

Ardyn, Enyo y Zegen corrían horrorizados dentro de aquel túnel oscuro, rocoso y húmedo, evadiendo tubos a nivel del suelo que sobresalían de pequeñas aberturas de las paredes peñascosas. Ardyn, siendo la única mujer de los tres, tenía la ventaja de evitar que su cabello estorbara con su vista, puesto que su cabellera negra estaba recogida en una cola de caballo. Se percató de igual manera que Enyo tropezaba frente a ella, cayendo sobre la superficie rocosa impactando con su hombro derecho ante una columna en ruinas, antigua pero tecnológicamente avanzada colindando con el muro a su derecha. Zegen lo levantó bruscamente del brazo contrario sin darse cuenta que lo lastimaba.

-¡Rápido Enyo! -exclamó Zegen-, tenemos que huir, necesitamos salir de aquí.

-Lo siento -respondió Enyo mientras su mirada permanecía en el suelo-, qué torpe fui.

Al Enyo disculparse por caerse, dirigió su mirada hacia Ardyn mientras se sobaba el hombro derecho. Ambos se miraron fijamente por un instante a través de sus ojos grises para continuar hacia la columna.

Zegen levantó su brazo derecho y procedió a mirar su antebrazo robótico en donde se manifestó un holograma digitalizado color azul del lugar. Para su mala suerte, la ubicación geográfica de ellos no aparecía por ningún lado, por lo que se encontraban perdidos.

Ante el frío ralentizador, Ardyn y Enyo evitaban que se congelaran debido a pequeñas fibras metálicas que se generaron en su piel color lila gracias a una mutación de su subespecie sucesora de la ahora extinta humanidad, los Drizik. Por otra parte, la piel amarillenta de Zegen no contrarrestaba en lo absoluto la criogenización inminente. Los tres se escondieron detrás de aquella columna por el fuerte eco del viento abrasador que ya los había alcanzado. Zegen sacudió su mano en la oscura, alocada, y ondulada cabellera de Enyo cuando procedió a zapearlo por haberse caído hace unos instantes.

-Ardyn -susurró Zegen, recargando su espalda a la columna-, ¿de qué estamos huyendo exactamente que nos persigue con tanta ira?

-No tengo idea -respondió Ardyn, permaneciendo confundida ante la situación-, no logré identificar sus siluetas.

Zegen temblaba atemorizado, por lo que sus pupilas triangulares se habían dilatado en aquellos ojos anaranjados y sus manos se aferraban a su corta cabellera café. Justo cuando el viento cesó, Enyo miró hacia la superficie rocosa del muro que tenía en frente, y de una grieta, comenzaron a salir una especie de grumos blancos con humo negro brotando de estos.

-Oig- oigan -murmuró ante los demás-, esto no es bueno.

Ardyn y Zegen dirigieron sus miradas hacia aquella pared, por lo que por instinto, Ardyn tomó a Enyo de su cuellera metálica que lo protegía y se alejó lentamente de los grumos que ya habían llegado al suelo. Al percatarse que los grumos estaban creciendo, Ardyn no dudó en intuir que estaban en peligro.

-¡Vámonos de aquí! -gritó Ardyn, asustada.

Zegen les dio un pequeño empujón para adelantarlos y permanecer detrás, para así protegerlos ante cualquier amenaza.

Los tres, utilizando su increíble oído por medio de sus pequeñas y puntiagudas orejas, sabían que algo o alguien los seguía, por lo que comenzaron a correr hacia lo profundo del túnel, el cual se hacía cada vez más estrecho y gélido. Mientras huían aún manteniéndose fuera del peligro que los acechaba, aquellos grumos se transformaban en criaturas de piel blanca y coagulosa, de un solo ojo y colmillos, con metales incrustados en todo el cuerpo y extremidades puntiagudas, largas y delgadas que salían de ellas. Estos monstruos los perseguían emulando llantos de tristeza y agonía de diferentes seres y especies, expulsando brumas negras de sus bocas. En cada zancada, Ardyn, Enyo y Zegen sentían la adrenalina y el temor de ser empalados al instante por medio de una de estas monstruosidades que continuaban saliendo de aquellas aberturas.

Exordium: Los Pilares de la CreaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora