ocho

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Desde esa minúscula distancia sus ojos eran impresionantes. Todo en Aegan era bastante impresionante. Olía a perfume masculino y su presencia era tan imponente que lograbas percibir  el calor que emanaba su piel. Era de esos tipos que tenían el infierno en los ojos y aún así ansiabas como una estúpida quemarte en él. Era de esos tipos que con una sonrisa te humedecían las bragas, de esos tipos tan malos que te daban ganas de cambiarlo para que solo fuera romántico y rudo contigo en la cama.

Solo que yo no quería cambiar a Aegan Cash.

Quería destruirlo.

Quería que se quemara en su propio infierno.

—Jude Derry. ♠️

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