II

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Yoonji caminaba por todo el cuarto con su hija en brazos mientras le daba su leche, eran aproximadamente las 6 de la mañana y era a esa hora que la niña siempre se levantaba para tomar su leche.

— shuuu, toma tu leche tranquila bebé — empezó a arrullarla mientras la niña seguía pegada a su pecho y poco a poco cerraba su ojitos — eres tan hermosa mi vida

— igual que tu mi Yoon —

— ¡¡jimin!! — se sobresaltó — ¿hace cuanto tiempo llegaste?

— hace unos minutos cariño — se acercó abrazándola por la espalda — no quiero ir a trabajar, quiero quedarme con ustedes

— tienes que ir amor, ¿como crees que pagaras mis caprichos? — giro su rostro para darle un beso

— amor ¿te das cuenta que somos millonarios?

— ¿y? Igual ve a trabajar, tus alumnos te esperan cariño — se separó de él para dejar a la bebé en su cuna — eres el mejor maestro de esa universidad

— bien, ya me voy, te amo — beso delicadamente sus labios

— también te amo — dijo después del beso

Jimin salió de su casa rumbo a su trabajo, a su 24 años se había convertido en profesor de geografía e historia más joven de toda la universidad, aunque su padre quiso que estudiará una carrera de administración, él no se opuso cuando su hijo le dijo que estudiaría educación pues jamás le obligaría estudiar algo que no quiere. Y ahora está orgulloso de todo lo que logró su hijo a su corta edad.

— buenos días, jóvenes — dijo entrando al aula

— buenos días profesor — se escuchó en unísonido

— es hora de comenzar la clase — sacó su laptop y empezó a dar su sesión.

Jimin era a pesar de su corta edad era muy respetado muy a pesar de ser reconocido por ser de la familia Park y estar casado con Min Yoonji, él se había ganado ese respeto gracias a todos los premios y reconocimientos por sus investigaciones.

— eso es todo jóvenes, nos vemos la próxima semana — guardó sus cosas y salió del aula.

Justo al salir, sintió todo el aire gélido en su rostro, la época de nevada estaba comenzando y en ese momento se arrepintió de no haber llevado unos guantes o chalina, rápidamente fue hasta su auto, pero no se dio cuenta que un joven quien estaba abrigado de pies a cabeza pasaba por ahí, es por ello que al abrir la puerta de su carro, golpeó al pobre jovencito haciendo que se caiga.

— ¡Ay, perdón! – se apresuro a levantarlo — ¿estás bien?

— s-si — se sacudió su pantalón que estaba con un poco de nieve — lo siento, no me fije por donde iba

— hace mucho frío ¿verdad? — lo miró con gracia a verlo abrigado de pies a cabeza, dejándose ver solo sus lindos ojos cafés

— no tienes ni idea – se arregló su gorro

— ¿cuantos años tienes jovencito?

— diecisiete señor — su celular empezó a sonar — ya tengo que irme, con permiso, que tenga una buena tarde — hizo una reverencia y se alejó de ahí.

Jimin no supo porque, pero al ver aquellos ojos le hizo recordar a una persona en específico, se quedo ahí parado viendo como aquel jovencito se alejaba, y fue así hasta que el aire frío le hizo volver a la realidad, entró rápido a su auto y fue rumbo a su casa.

— amor, al fin llegas – se acercó a él con una manta – debiste haber llevado un abrigo extra

— tranquila cariño, ya estoy entrando en calor – la abrazó dejando un beso en su mejilla

— iré a prepararte un té caliente – se separó para irse a la cocina. Mientras tanto Jimin fue a cambiarse y un vez listo fue donde estaba su esposa.

— ¿y Ryujin? – se sentó en una de las sillas — gracias cariño – dijo al recibir su té

— se quedó dormida, es una niña muy tranquila – se sentó en las piernas de su esposo — ¿qué tal el trabajo?

— cansado, pero bien — suspiro – los universitarios son... —

— ¿un caos? – dijo sonriente

— muchos de ellos si, algunos solo están ahí, por vida social y sexo

— pues son jóvenes que esperabas, tu debes saberlo perfectamente

— que yo lo recuerde no, yo solo me dedicaba a estudiar, me case a los veintidós años así que tampoco es que tuve muchas oportunidades de saber como es de verdad una vida universitaria

— ¿acaso te arrepientes de haberte casado conmigo?¿eso te frustó de vivir una vida de desenfreno? – fingió estar dolida

— nunca dije eso amor, no sabes lo feliz que estoy de haberme casado con la mujer más hermosa que conocí y la que me dio una preciosa hija

— te amo mucho Jiminie – cuando iba a besarlo sintió un dolor en su cabeza

— cariño ¿estas bien? – dijo preocupado

— si, solo fue un pequeño dolor de cabeza — se masajeo su cien

— ¿y si mejor vamos al hospital?

— tranquilo amor, tomaré una pastilla y se me pasa – se paró y fue hasta su cuarto a tomar la pastilla

Pasaron las horas y la pareja estaba listo para irse a dormir, Yoonji aún sentía el dolor en su cabeza y cada minuto que pasaba iba incrementando hasta el punto de no poder más.

— Jimin m-me duele m-mucho – dijo llorando mientras se colocaba sus manos en su cabeza.

— tranquila mi amor, vamos a la clínica

Jimin cargó a su hija y fueron hasta la clínica más cercana, Yoonji cada vez se quejaba más, el dolor era cada vez más insoportable.

Una vez llegaron, los doctores de turno la atendieron lo más rápido que pudieron, Jimin había llamado a los padres de Yoonji para que vayan y cuiden de Ryujin, pues él no se alejaría de su esposa.

Eran aproximadamente las 2 de la mañana y por fin vio al doctor, fue con él para poder saber como estaba su esposa.

— Señor Park, vamos a mi consultorio, es mejor hablar ahí

Jimin asintió y siguió al médico

— como está mi esposa doctor

El doctor se acomodó mejor en su asiento antes de contestarle – lamento decirle que no le tengo nuevas noticias

— ¿qué es lo que tiene ella doctor?

— su esposa tiene cáncer cerebral

— ¿q-qué? – dijo sin poder creérselo – no juegue conmigo doctor

— no es ninguna broma señor Park, jamás jugaría con algo así

— p-pero hay solución ¿verdad? Usted puede ayudarla.

— lo siento señor Park, el cáncer está muy avanzado, ya no hay nada que hacer

— no, no puedes decirme eso — las lágrimas se acumularon en sus ojos — usted no.... ella... cuanto tiempo — miró fijo al doctor

— un año cuando mucho – le entregó el diagnóstico

Jimin salió del consultorio para irse hasta el cuarto donde estaba su esposa, una vez adentro, la encontró sentada mirándolo con los ojos acuosos, ella lo sabía, sabía perfectamente lo que tenía pues le había exigido al doctor a decirle la verdad, así que ahí estaba viendo a su esposo, él no soporto más y rompió en llanto mientras la abrazaba, se preguntaba que haría sin ella, que sería de su pequeña sin su madre, que sería de él cuando el amor de su vida se vaya para siempre.

¡Mi corazón te pertenece! (jimsu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora