Capítulo 1

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El tiempo en Snezhnaya no solo provocaba que los cuerpos de los mortales se terminaran adaptando al frío clima que la reinaba todo el tiempo, si no que también terminaba por hacer que los corazones de los que la habitaban se enfriaran como la nieve. Aquello no era un secreto para nadie en Teyvat, y, sobretodo, si pertenecías a los Fatui, tu destino probablemente iba a terminar de la manera más cruel y despiadada posible.

___ era alguien que sabía como funcionaba ese mundo desde que nació, para los Fatui, lograr sus sucios objetivos estaba por encima de todo, sin importar el precio que tuvieran que pagar por ello. Nacer en una familia humilde en esa región era aún peor, los pueblos de escasos recursos eran ocupados como ratas de laboratorio sin que ellos lo consintieran, ya había perdido la cuenta de cuantas veces habían ocurrido "epidemias" que solo terminaban matando a los adultos, y de cuantas veces vió que los sirvientes de Arleccino se acercaban "amablemente" para acoger a los niños que quedaban huérfanos. Aquella situación a ___ la asqueaba, estaba segura de que todos en el pueblo sabían que esas "enfermedades" eran en realidad provocadas por los heraldos, pero preferían seguir fingiendo ignorancia por siempre y aceptar su triste destino.

La "suerte" de ser acogida por uno de Los Once, la había "bendecido" hace unos años ya, y apenas cumplían los doce años, los de cuerpos más fuertes que no morían por hambre o frío, eran elegidos para ser cantidatos al ejercito de la Zarina. Una vez ahí, eran entrenados brutalmente para luego obligarlos a enfrentarse en un duelo a muerte entre sus compañeros, solo los más fuertes de los fuertes eran aptos para servirles a su arconte, así que, en un intento por sobrevivir, ___ se vió obligada a mancharse las manos. En su corta y joven vida, los fatui ya habían llenado su mente de tantas mentiras, que en su interior se creyó la falsa idea de que cuando por fin sirviera a la Zarina, toda su vida mejoraría notablemente.

Pero cuando apenas entró en los novatos del ejército, comenzó a observar más de cerca a los verdaderos amos y señores de ese mundo: Los Once Heraldos. Ellos tenían lo que ellos querían, si querían asesinar a alguien, ni siquiera se tendrían que mancharse las manos ellos mismos para conseguirlo, si querían realizar algún experimento, sus mismos peones que tenían se ofrecerían felizmente a hacerlo, no importa que deseos tuvieran, los fatuis eran capaces de mover cielo y tierra para hacerlos felices

Quería ser uno de ellos

Ver todos esos privilegios, incluso siendo a una distancia demasiado grande, había bastado lo suficiente como para llenar su ser de fantasías de lo fantástico que seria ser uno de los heraldos. No. No eran fantasías, ella las haría realidad, escalaria sin parar hasta llegar a la cima. Asi que con ese objetivo, se propuso entrenar mucho más duro que los demás para ser la más fuerte, y así, algún día llamar la atención de los heraldos.

Sin embargo, durante sus días de entrenamiento, una molesta piedra se cruzó en su camino. Aquel chico problema que había entrado repentinamente a su división era una verdadera molestia, era demasiado bueno peleando, tanto, que el hecho de que un niño rico como el tuviera tales habilidades en batalla logró llamar la atención de todos. Tal vez ella era la única capaz de enfrentarlo y durar unos cuantos minutos antes de caer abatida como todos

- ¿Ya te cansaste?- rió Ajax viendo como respiraba con dificultad aún en el suelo

- Tú no eres humano, eres una bestia- se quejó intentando ponerse de pie

- Gracias, siempre es un honor ser elogiado por la reina busca problemas- rió divertido- oh, cierto, ya no lo eres- ese comentario provocó que los orbes __ de la chica se encendieran de rabia y se levantara de golpe para atacarlo- es irónico ¿no? a los dos nos encasillan en la misma categoría

Ambición [+18] | Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora