P r ó l o g o.

21 3 0
                                    

—Te amo, suelto en un susurro casi inaudible al hombre que tengo acostado a mi lado,

Sus hermosos ojos se abren y me mira sorprendido, hasta incrédulo, asustándome a mí, ya que creí que estaba dormido.

—Repítelo.— susurra sin aliento

—Te amo.— le repito mientras acaricio su mejilla con suavidad, y miro a esos ojos de un café tan oscuro que parece negro, ojos me ha derretido las piernas desde siempre.

—¿Tú me amas? - dice sonriendo

—Acabo de decirlo.

—Esto es un puto sueño.

Río divertida, mientras él aún no se lo cree

—No idiota, es real, estamos acá ahora y te estoy diciendo que Te amo, te amo.— le repito mientras sujeto su rostro con ambas manos, para que lo procese

No lo piensa ni un segundo y toma mi rostro y me besa, me besa necesitado, derretido por aquellas palabras que son una sorpresa para ambos, me devora los labios como si quisiera robar aquella confesión

No creí que esto sucediera, no creí que algún día llegaría este momento, que éste hombre me arrancaría esas palabras del corazón, palabras que no pensé volver a pronunciar y que además saldrían de mi boca con tanta sinceridad, y menos a este hombre, que se supone que juré odiar hasta mi muerte.

Pero aquí estoy, rendida de amor por él, embriagada por su cuerpo, por sus labios, su olor, sus ojos, juraría que hasta mi vida sería capaz de dar por él, si eso era necesario. Por él, por lo nuestro, por estos meses que se han convertido en los mejores momentos de mi vida, donde aprendí que se siente ser amada de verdad.

Él sigue a mi lado, mirándome con esa devoción que está presente en su mirada desde el primer día.

Y estoy segura de que aún no cree que sean reales las palabras que acabo de confesarle.

De un momento a otro un ruido fuerte se escucha afuera, lo que hace que ambos nos incorporemos de prisa.

Hay ruidos de disparos y de pronto la puerta de nuestra habitación vuela en pedazos y hombres encapuchados entran.

Uno de ellos golpea al hombre que hace solo segundos estaba haciéndome el amor apasionadamente, haciéndolo caer al suelo.

—¡Noo! —Un grito desgarrador abandona mi garganta. Intento ir hacia él, pero cuatro sujetos más me agarran impidiendo aquello.

Un trapo cubre mi boca y mi nariz y empiezo a ver borroso, por más que lucho con todas mis fuerzas por llegar hasta él, mi cuerpo se vuelve pesado y me es imposible

No, no puede morir, repite mi mente una y otra vez. No me dejes amor, no.

Lo veo a él, sometido con el rostro contra el piso y un arma en su cabeza

—No, no, - trato de decir, débil y mareada, pero mis ojos y mi cuerpo pesan demasiado

Lo último que veo y escucho es un disparo, un jodido disparo hacia el hombre que amo.

Una Herencia MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora