Una tarea muy sencilla

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Contaba los días.

Su primera semana fue difícil. Adaptarse a un dormitorio asignado para ellos dos, en el que solo dormía ella. Aparecieron los terrores nocturnos, la soledad y el cansancio. Deambulaba por la residencia de su tía; cabalgaba de vez en cuando hasta Romney Hall y regresaba con la misma sensación de vacío.

No quiso escribir a su familia, no hablaba con Thomas y Lauren la miraba constantemente. Estaba segura de que tenía algo en mente, lo que no estaba segura, era cuando lo llevaría a cabo.

Se sentía más sola que nunca.





En su segunda semana lloró, lloró por las noches hasta quedarse dormida. Extrañando a su madre y a sus hermanos, la ciudad y hasta los horribles bailes a los que la obligaban a asistir. Extrañaba la compañía.

Lauren la escuchaba llorar y su corazón se partía.






La tercera semana entendió que el trabajo la hacía olvidarse de su soledad. Esa mañana, Thomas decidió ir a la propiedad, sorprendiendo a Eloise.

Ella miraba la fachada de la casa mientras los hombres movían el resto de los escombros. Se acercó lentamente con ayuda de su bastón sin hacer ruido.

La miró, vestía los pantalones que acostumbraba cuando visitaba Romney Hall, un abrigo largo y su cabello que casi caía en sus hombros, se podía atar en una media trenza.

Eloise era amable con Thomas, apenas hablaban, era respetuosa y siempre respondía las preguntas que él le hacía. Pero nunca, jamás, contestó una pregunta relacionada a Phillip.

—Buenos días, niña —dijo Thomas, mirando hacía la casa.

Eloise se sobresaltó y lo miró un momento.

—Sir Thomas —respondió—. Buenos días.

—¿Cómo va todo?

Eloise volvió la mirada hacia la fachada destruida.

—Terminaron de quitar los escombros.

—No puedo creer que haya dejado en tus manos la construcción de una casa que lleva generaciones en mi familia.

—Yo tampoco —susurró.

Thomas la miró y frunció el ceño.

—Nunca te lo pregunté —dijo él, acercándose—, pero ahora que tenemos tiempo lo haré. ¿Mi hijo cumplió tus expectativas, niña?

—Sir Thomas...

—¿Al menos es bueno en la cama?

Eloise se mordió el labio inferior, haciéndose daño.

—No es apropiado, señor.

—Soy tu suegro.

Respiró hondo, decidió mentir.

—Quiere un heredero —aseguró ella.

Thomas se mostró ligeramente sorprendido.

—Así es —afirmó—. Un niño fuerte, listo y de buena salud. Una tarea muy sencilla.

Eloise pudo haberse reído, ¿una tarea sencilla? Se trataba de la más complicada de las peticiones.

—No respondiste mi pregunta, niña. ¿Viene un heredero en camino?

BRIDGERTON || ELOISE & PHILLIP|| PHILOISE || AQUEL DÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora