La noche reinaba en la aldea de la hoja, las luces apagadas y sin ruido eran cómplices de aquellos aldeanos que estaban en brazos de morfeo. Era claro ya era tarde, no tanto quisa solo las 11 p.m.
Camino entre las solitarias calles, la luna alumbraba su sendero así como los postes de luz que guiaban su paso. Solo tenía deseos de llegar a casa...
Pronto estuvo frente a una casa tipo oriental tamaño estándar lo suficientemente espaciosa para una pequeña familia. Busco sus llaves e intentando hacer el menor ruido posible abrió la puerta quería sorprender a la persona que vivía con él.
Había estado fuera de casa desde hace tiempo siete meses para ser claros, había sido una misión larga que finalmente pudo culminar había entregado su reporte al guarda nocturno ya mañana temprano iría con la Hokage para aclarar algunas cosas en persona pero ahora solo quería estar en brazos de su pareja.
Al abrir y adentrarse a la residencia escuchó un pequeño quejido, tan sutil pero que pudo diferenciar por sus sentidos bien desarrollados, pensó había sido su imaginación pero dos gemidos más se oyeron esta vez con más fuerza. Eso provocó un sobresalto a su corazón, sus pensamientos dibagaron y su ira comenzaba aparecer.
El coraje lo cegaba que olvido por completo usar su habilidad sensorial para detectar otro chakra solo con el sigilo que caracteriza un ANBU comenzo a subir para encontrar el origen del sonido. Con cautela subió las escaleras intentando prepararse mentalmente para ver aquel escenario aún si no quería imaginar cómo su hermoso doncel le era infiel. Sin dudas mataría al pobre idiota que estuviera con su esposo.
La única luz encendida era la de su cuarto, mismo cuarto que compartían desde hace tres años mismos que llevaban de matrimonio. La luz se colaba por la abertura que se dejaba filtrar atraves de la puerta entreabierta.
Miró aún con enojo de encontrar aquello pero solo abrió los ojos sorprendido.
Ahí en aquella cama matrimonial justo en medio estaba su esposo, un sensual rubio con piel acanelada, completamente desnudo y algo sudoroso, estaba abierto de piernas pues una de sus manos tocaba su intimidad enterrando dos dedos en su cavidad anal y su otra mano torturaba los duros pezones que a su vista lucían apetecibles.
Naruto se estaba dando placer el mismo gemía audible al sentir su pronta liberación, sus fluidos mojaban la cama.
Itachi atrás de la puerta no dudo en comenzar a desvestirse.
—¡Itachi!— el rubio gritó, el nombrado creyó su doncel lo había notado pero solo habia sido su orgasmo y gritado su nombre.
¿Se tocaba pensando en el?, seguramente tan perdido estaba en su placer que no detecto su presencia. Solo al sentir un peso extra en la cama fue que noto a otra persona alarmado miro hacia la dirección, encontrando los ojos ónix que bien conocía, su marido le miraba lujurioso y antes de poder decir algo, el azabache le besaba con gula.
Que tonto, pensar que su marido le era infiel... el nunca sería capaz, Naruto le amaba como Itachi lo hacía por él.
Talvez era la excitación delirante que le provocaba comenzar a imaginarse a su esposo, lo había necesitado y extrañado tanto que algunas noches se tocó pensando que era él quien lo tocaba y lo hacía llegar al orgasmo, incluso había tenido la idea de comprar un consolador pero no seria el mismo placer que solo su azabache puede darle. Pero ahí estaba, sobre él entre sus piernas completamente desnudo mientras le comía la boca necesitado y su pene tanteaba aquella ansiosa entrada.
¡Solo lo hacía mojarse más, lo quería... ya!
—Itachi...— gimio al separar del beso al sentirlo entrar por completo.
Sintio el estrecho interior y dado el tiempo que no habían tenido sexo los hacía más sensibles más a Naruto que había tenido un orgasmo antes, no durarían mucho tiempo.
—He vuelto... estoy en casa— dijo el mayor susurrando cerca del oído del rubio mientras comenzaba a morver las caderas para embestir.
—Bienvenido... ¡mmm!— rodeo la cadera su esposo con sus piernas haciendo que este entrara más en su interior.
Se aferró a la ancha espalda del heredero del sharingan quien comenzaba a llevar un ritmo frenético, tocando en todo momento el punto de placer del doncel.
—Te extrañe tanto...— la voz ronca y sensual del Uchiha lo hizo estremecerse y que su piel se erizara. Solo el conseguia aquel efecto de llegar al clímax solo con su voz...
—¡Kami... yo también... dentro de mi!— pidió casi rogando, su espalda se arqueada y sus uñas se clavaban en la espalda del mayor que lejos de lastimarlo más lo encendía.
Itachi se volvió loco ante aquella petición, se separó un poco y sus labios besaron el cuello del doncel siguiendo su camino hacia sus pezones. Degusto cada uno de ellos, saboreando y mordiendo de vez en cuando, turnándose entre ambos botones. Naruto gritaba lleno de placer y daba gracias al cielo que las paredes de la habitación fueran aprueba de ruido o de lo contrario los vecinos sabrían que sucedía, grito al correrse entre los vientres de ambos.
Itachi dejó marcas que adornaron el hermoso cuello de su doncel, antes de volver a besarlo y enterrarse de una dura estocada para culminar dentro de sus entrañas, el semen lo llenaban totalmente provocando en el doncel otra tercer corrida.
El sudor los cubría y sus respiraciones eran erraticas, se sonrieron para luego besarse contentos que después de tanto tiempo volver a estar juntos.
Se acomodaron para dormir abrazados del uno del otro.
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—¿Un hijo?— Itachi parpadeo incrédulo ante el pedido de su esposo.
—Si, me siento solo cuando sales de misiones... y aunque Kurama o mis amigos me hacen compañía no es lo mismo, tampoco quiero estar quedándome en casa de mis Padres siendo ahora un doncel casado... por favor... quiero un bebé-ttebayo.
Miro a su esposo angustiado de que este rechace su petición, en verdad quería tener un hijo, ya tenía 21 años y el anhelo de tener su propia familia se volvía más grande. El quería una familia, una grande de ser posible, tener niños corriendo por la casa mientras las risas hacen eco por todas las habitaciones.
Itachi también se imaginó un mini él o un mini Naruto. La idea no le desagradó en lo absoluto, abrazo a su esposo. El igual estaba ansioso por agredar más miembros a la familia.
—Bien... tengamos un bebé.
Naruto sonrió en grande antes de lanzarse sobre él para besarlo y abrazarlo.
—¡Gracias!
— Ven, vamos...— tomo la mano de su esposo para subir a su cuarto. — pondremos a mi bebé dentro de ti.
Naruto se rió dejándose guiar por el mayor al interior del cuarto, esa era la mejor parte de hacer un bebé.