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Bailaron toda la noche, sin importar la canción, el ritmo o el ambiente. No había coreografía planeada y tampoco la necesitaban, sus cuerpos parecían estar en la misma sintonía, danzaban al mismo ritmo como si se conocieran hace toda una vida. Aunque eso tampoco era importante. No cuando las blancas manos se cernían en esa pequeña y delicada cintura de tal forma que parecían hechas para ellas. No importaban las innumerables personas que los rodeaban en la pista de baile del club de mala muerte donde se encontraban, el sofocante calor que se sentía provocando que la piel se cubriera por una fina capa de sudor o el aire cargado de humo de cigarrillo que los intoxicaba de apoco o la iluminación escasa que hacía difícil distinguir el rostro contrario. La música sonaba tan fuerte que hacía que los cristales en las ventanas del área superior parecieran a punto de estallar y caer sobre el mar de personas como una lluvia suave y brillante, todo parecía estar sacudiéndose y vibrando al ritmo de los latidos de sus acelerados corazones. La hora no era clara para ninguno, habían llegado al lugar ya entrada la noche y el tiempo dejó de correr después de su cuarto trago y su sexto baile.
Los delgados brazos que rodeaban el cuello del joven hombre lo acercaron un poco más, provocando una sonrisa de parte del otro. No deseaba que nada los separara, no quería que ni siquiera el viento pudiera atravesar sus cuerpos juntos. Casi con desesperación lo quería cerca. El aliento en la oreja izquierda del sonriente chico era cálido como la brisa en el verano y un poco irregular debido a las innumerables canciones que habían disfrutado juntos de esta forma.
—Creo que es hora de ir a casa.— susurró de forma pausada. — El lugar pronto estará vacío.
El chico no quería irse, estaba disfrutando mucho junto al otro, por lo que, frunciendo el ceño sacó su cabeza del cuello de su pareja para observar su entorno y comprobar sus palabras. El mar de gente parecía haber disminuido mucho ahora, solo había una que otra persona por aquí y por allá lista para dejar el club. La música ya no parecía estar a punto de hacer explotar los cristales sobre ellos y la iluminación parecía aclararse, pasando de colores neon a una suave luz clara. Buscó con su mirada al grupo de amigos que los habían acompañado pero no encontró a ninguno. ¿Por qué se habían ido tan pronto y sin despedirse?
—Ellos se despidieron. —habló su amante como si leyera los pensamientos del pequeño chico. —Biu, ¿no lo recuerdas?
Acarició la mejilla derecha de Build con delicadeza mientras lo miraba fruncir el ceño tratando de hacer memoria. Build no lo recordaba del todo, así que solo negó mientras soltaba un suspiro cansado.
—Supongo que bebí de más.
Soltó una pequeña risa traviesa provocando que el otro también sonriera y recibiendo un beso en la mejilla por verse tan lindo de esa forma.
—Oh, estoy seguro que lo hiciste.— Tomó la mano tibia de Build entre la suya —Vamos a casa, bebé.
Ninguna otra palabra fue dicha mientras tomaban sus cosas y salían al estacionamiento. Estando a mediados de otoño era normal que el viento frío soplara con fuerza haciéndolos estremecer un poco aunque eso ayudó a que despejaran su mente nublada. Build respiró profundo el aire libre de humo y poco a poco sintió que su sobriedad volvía. Bible, por otra parte, optó por no ingerir alcohol esa noche para así cuidar de su novio y llevarlos a ambos a casa con seguridad. Las calles estaban, en su mayoría, desoladas, tomando en cuenta la hora suponía que era normal.
Mientras Bible los llevaba de regreso a casa, Build no pudo evitar perderse en la atractiva imagen de su novio al volante.
La mirada de Bible estaba fija en la carretera, sus profundos y hermosos ojos negros siempre atentos y brillantes, en su rostro había una expresión calmada y suave, pero siempre que el auto paraba en la señal mordía su labio inferior, esa era una acción que a Build siempre le pareció tierna y sensual al mismo tiempo. Los ojos de Build siguieron observando a su novio, la camisa de seda verde oscuro que había decidido usar esta noche se veía espectacular en él, con los primero botones desabrochados dando un vistazo a su pecho limpio y terso, las mangas dobladas dejando a la vista sus brazos fuertes y firmes, y por último observó sus manos. Build jamás creyó que algo le gustara tanto, pero las manos de Bible le gustaban mucho, tanto que, en ocasiones, le parecía demasiado. Sus manos eran del tamaño perfecto, tan blancas y siempre tan limpias, añadiendo a eso los tatuajes en sus dedos que, si le preguntaban, eran como la cereza del pastel. Perfección pura.
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«¿𝒯𝑒 𝒶𝓉𝓇𝑒𝓋𝑒𝓈 𝒶 𝒷𝒶𝒾𝓁𝒶𝓇?» ┇BibleBuild
Fanfiction⋆ ∘ ◕ -Biu, ¿A que no te atreves a chupármela aquí mismo? La pregunta fue hecha con toda la intención de provocar al otro, y la expresión del pelinegro le avisó a Bible que lo había logrado. El pez estaba en el anzuelo. -Mantén los ojos en la carre...