I - DESTINED MEETING

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Gavi abandonó la cancha como pudo mientras ignoraba los gritos de algunos de sus compañeros llamándole, necesitaba llegar cuanto antes a los vestidores que compartía con los demás miembros de la selección española. Sentía su cuerpo más débil de lo normal y sabía a qué se debía: su celo.

Él recordaba haber tomado sus supresores, el médico le había mencionado lo importante que era tomarlos y más, si estaba rodeado de Alfas, que en su mayoría, eran dominantes. Al llegar a los vestidores, se encerró ahí y fue mala idea, pues todas las fuertes feromonas mezcladas le hicieron marearse y soltar un jadeo, como pudo, camino hasta el lugar donde tenía sus pertenencias y rebuscó en su mochila con desesperación, tenía que encontrar aquellas pastillas.

— ¡Mierda! ¡¿Dónde están?! —grito frustrado, lanzando su mochila al suelo.

Tomó su cabello entre sus manos y tiró de él levemente, ¿ahora que haría? No podía salir así, corría muchísimo peligro al estar en esa situación, estuvo a punto de ponerse a llorar hasta que recordó algo, sacó su celular y buscó el número del médico, claro, era un tonto al no pensar en el; le envío un mensaje explicándole la situación y no tardó en recibir respuesta, siguiendo las indicaciones que el otro le daba. Mientras esperaba por su llegada, decidió sentarse en una de las grandes bancas que había ahí.

— ¿Gavi? ¿Estás bien? —alguien habló desde afuera y su cuerpo se tensó por completo.

— Sí, n-no pasa nada... —respondió, su pecho comenzaba a subir y bajar más rápido.

— No te escuchas bien, voy a pasar, ¿sí? —y antes de que pudiera negarse, la puerta se abrió.

El fuerte y dominante olor a tequila lo abofeteó, haciéndole sentirse más caliente y necesitado, su playera se había adherido a su cuerpo debido al sudor mientras que la humedad en su entrada se hacía presente en demasía, podía sentir como sus shorts deportivos se habían empapado y al mismo tiempo, su miembro se sentía apretado, suplicando ser liberado y poder vaciarse.

Pedri, quien había entrado, se arrepintió al hacerlo, sus pupilas se dilataron al ver la imagen tan erótica que él Omega le regaló en ese momento, estaba seguro que tardaría mucho en sacarla de su cabeza. Su cuerpo también comenzaba a reaccionar, pues el olor a duraznos en almíbar era cada vez más fuerte y él se resistió a no ceder como su Alfa lo había estado queriendo desde que conoció al menor.

— Pablo, ¿porqué no tomaste tus supresores? Dios... —tapó su nariz mientras se acercaba al otro, quien no tardó mucho en aferrarse a su cuerpo.

— Pedri, uhm... —gimió, enterrando su rostro en su cuello, aspirando más de ese olor que tanto le gustaba tanto a él como a su Omega.

— Gavi, es suficiente. —intento alejarlo pero el menor se aferraba más— Oye...

Alfa, anúdame... por favor. —movió sus caderas, frotándose contra el gran y fuerte cuerpo de su Alfa— Te quiero dentro.

— No, tú no quieres eso. —se negó, tomándolo por los hombros— Es mejor que vayamos con el médico para que te de supre...

Fue interrumpido por los labios ajenos sobre los suyos, Pedri trató de contenerse tanto como pudo, pero no lo logró y le cedió el control a su instinto primario. Llevó sus manos hasta la cintura del menor y ambos gimieron cuando sus hombrías aún cubiertas por la tela se rozaron, haciéndoles volver a pegar sus cuerpos, queriendo sentir más de esa fricción.

— No lo quiero, lo deseo, deseo tanto que me llenes, Alfa... —dijo Gavi, separándose unos segundos para quitarse la ropa, quedando totalmente a disposición del mayor, quien se relamió los labios, admirando esas lindas curvas que poseía.

DRESSROOM | GADRIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora