único

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Al pasar por la florería siempre miraba de soslayo aquellas margaritas, su color blanco le daba paz, pero su paz se iba cuando los lisos pétalos lo hacían recordar a él, a Julián.

Estaba tan triste que mató por amor, tenía delirios constantes tratando de olvidar, pero su corazón lo perjudicaba y lo odiaba, estaba destinado a amarlo.

Julián era un ángel, sentía que era un pecado estar con el por la pureza que desprendía, por su lindura, personalidad, todo de él.

Pero hay que saber que los celos son la espada que te deja contra la pared, de tantos celos que sentía no se animaba a confesar su admiración y quizás obsesión a tal cordobés, a pesar de haber sido rechazado una maldita vez.

Caminar por altas horas de la madrugada lo hicieron entender que nunca sería nadie, que estaba destinado a la soledad, pero que tenía un objetivo en mente.

Si Julián no lo amaba, a nadie más lo iba a amar.

...

Eran las cinco de la mañana, y faltaban dos horas para que empiecen las clases. Enzo se encontraba escondido en la parte de atrás del colegio, nadie se daba cuenta.

Estaba esperando a que llegase Paulo, quien veía que se le venía insinuando bastante al cordobés, su cordobés.

Sabía que Paulito llegaba una hora antes a terminar la tarea que no podía hacerla el día anterior, era el verdadero inútil.

Vio cómo Paulo iba directo al banquito que estaba al lado de aquel árbol que hacía florecer unos hermosos lapachos, parecía una escena cliché, y sintió más asco.

Se dedicaba a escuchar música, así que estaba desconectado del mundo excéntrico, ya que según él no había nadie, pero Enzo no se llama nadie.

Se acercó sigiloso atrás de Paulo, una, dos y tres apuñaladas en el corazón, Julián no tenía que admirar el corazón de nadie más que el de enzo.

Tenía una bolsa de basura negra al lado para meter rápido al cuerpo sin vida de su ex compañero de clase, y fue corriendo a quemarlo.

Enzo sentía más adrenalina de la que pensaba que podía tener, faltaba poco para que Julián estuviese en sus brazos.

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—¿Nadie vio a la joya?— preguntaba su amado Julián al resto de sus amigos, el provinciano todavía no se animaba a acercarse a ellos, tenía que se sigiloso.

—Le mandé un mensaje a él y no responde, y también le hablé a la vieja porque el tenía que pasar a exponer conmigo— respondió un Romero furioso— la vieja dijo que lo vio irse, seguro se rateó el hijo de puta por el tema que nos tocó.

Enzo se reía internamente, para no llamar la atención. Estaba nostálgico viendo las marcas de los primeros cortes que se había hecho cuando la araña lo rechazó, hace dos años tiene esas cicatrices, y esa obsesión que sentía por él también.

Siempre supo que había que luchar por lo que uno quería, no iba a inventar excusas e iba a tener lo que quisiera a la palma de su mano cueste lo que cueste.

Y pensando en esas idioteces pasó rápidamente la mañana, la verdad que no le preocupaba en lo absoluto haber hecho la atrocidad de asesinar a alguien, se sentía cinco estrellas.

kiss me • enzo x julián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora