Éramos niños, nos quisimos de una forma apasionada, pero seguíamos siendo niños. Dijimos cosas hirientes, lastimando nuestros corazones sin intención de herirnos. Fuimos inmaduros, en ocasiones tuvimos que mentir porque así creímos hacernos menos daño pero ambos sentíamos latir fuerte nuestro corazón.
Sufrimos por nuestra ausencia, pero nos sirvió para madurar y hacernos responsables de nuestros actos, más nunca olvidé el rostro de ese ser anónimo que acechaba en mis sueños.
Hace poco descubrí que esa persona siempre fuiste tú, y por extraño y/o ridículo que parezca, estoy feliz de haber conservado la foto que demuestra que en verdad existes, porque cuando ahora ya tengo alguien más en quien apoyarme cuando sienta que la esperanza de vivir se apaga en mi.
Perdón por no haber creído en ti antes.
Dame tiempo, porque te amé
