Prólogo.

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Vivir es lo mas raro de este mundo
pues la mayoría no hacemos otra cosa que existir
.

Oscar Wilder 

M I   D E S D I C H A


Joven Jeon, ¿me puede llegar a escuchar? — fue lo primero que detectaron mis sentidos al despertar, encontrándome con un azabache de bata blanca.

Intente emitir sonido alguno, pero no pude, de repente pude sentir las dolencias de mi cuerpo, eran fuertes, sentí el inmenso ardor en mi garganta, como picaban mis ojos así cayendo alguna que otra rebelde lagrima, las punzadas en mis brazos que al diferenciarlas encontré diversas hematomas.

Pero de pronto no las sentí,  no pude sentir aquellas de que tanto dependía, aquellas que lograban llevarme a cualquier lugar que quisiera, aquellas que me daban tanta libertad. Busque esa respuesta  mirando al doctor, quien se dio cuenta de lo que intentaba decirle, pero no por esa mirada, sino porque inconscientemente estaba alterándome y mi pulso cardiaco me delataba.

Joven, por favor, logre calmarse. Lamento lo ocurrido, pero no soy la persona correcta para decirle esto— habló con voz tranquilizadora, aquella que no funcionó y con ello sus palabras dichas ocasionó que empeore— Por favor... no haga esto mas difícil— ya no podía entenderle, me cegué en mi desesperación, estaba un manojo de lagrimas. Vi como apretó aquel botón rojo llamando así a varias personas para que entrasen— Enfermeras por favor, hay que tranquilizarlo.

Mi vista se nublo, no se si por la punzada de mi corazón o por las incontables lagrimas que salían de mis ojos, escuché disturbio, aquella maquina piteando constantemente, la voz del doctor tratando de tranquilizarme, los gritos de las enfermeras, mi respiración agitada, los sonidos quejambrosos que salían de mi garganta. De pronto un portazo acompañada de una voz.

 De esa voz,  aquella que  desde pequeño intente darle alguna descripción y forma, ahora al borde de lo que sea que me este pasando, encontré aquella palabra; neutra, y le pertenecía a mi progenitor.

—¡Duérmanlo ya!— definitivamente encontré la palabra correcta, esa voz neutral resonó por toda la habitación y causo escalofríos en todos los presentes, seguido de un silencio  muy perturbador para mi gusto,  dejando solo así el sonido del pitido de dichosa maquina —¡ Que no me escucharon!

Se-señor —tartamudeo el doctor a cargo encontrándose con la mirada amenazadora de mi padre, carraspeo antes de proseguir—digo, Doctor Jeon, no es recomendable hacerlo, mucho menos viendo lo alterado que esta, podríamos causarle

¿Usted quien es para contradecirme? y mucho menos para cuestionar mis ordenes , acaso también estudio en Harvard— sonrió obteniendo una negativa del nombrado— era de saberlo, no quiera pretender ser mejor que yo, que sea el doctor a cargo, no le hace superior, colega— dijo lo ultimo con tono sarcástico—así que usted decida o pide que lo seden o sino vallase despidiéndose de su licencia querido Namjomnie — y lo miró con esa mirada que por cierto no logro encontrarle palabra alguna, dejándolo así sin otra opción.

Sédenlo—fue lo ultimo que escuche.

Intente una imposible lucha contra aquel sedante, pero mi conciencia se esfumo, así como mi libertad.

Save Me |KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora