I

59 5 2
                                    


Nuestro amor fue como una canción
dulce de cantar
pero breve como un sueño en el amanecer
Kahlil Gibran

M I     E T E R
(Día del accidente)

—¿Estás seguro?— esa suave voz me sacó de mis pensamientos, obligándome a enfrentar esos ojos resplandecientes.

—Más que nunca—respondí. Escuché un suspiro entrecortado, una clara señal de lo nervioso que estaba. Levanté su mentón y posé mis labios sobre los suyos. Fue breve, pero suficiente para demostrarle que estoy aquí, con él.

Siempre se sentía como la primera vez. Esa sensación no disminuía nunca. Acaricié suavemente nuestras narices; su sonrojo era inevitable, y para mí, encantador. Era mi oportunidad para acariciar y besar sus mejillas encendidas, para hundir mi rostro en su cuello y perderme en su aroma, completamente adorable.

No sé cuánto tiempo pasamos así, pero el tiempo siempre parece esfumarse cuando estoy con él. La realidad nos golpeó cuando oímos las puertas del auto abrirse, interrumpiéndonos. Ojalá hubiera podido disfrutarlo un poco más.

—Y, tortolitos, ¿nos vamos?—ambos nos miramos y asentimos con una sonrisa.

Entrelacé nuestras manos, acariciándolas en el proceso, mientras los recuerdos inundaban mi mente. Jimin y yo nos conocimos en tiempos difíciles: los ecos de los gritos de papá resonaban, su implacable exigencia, la ausencia constante de mamá, y la pérdida devastadora de mi hermano, el preferido de los Jeon para liderar el legado.

 Como resultado, todas las expectativas recayeron sobre mí, y sentía que estaba a punto de colapsar.

Pero llegó él. Hay muy pocas cosas que agradezco de papá; el haberme puesto a estudiar piano es una de ellas. Fue a través de mis lecciones que conocí a Jimin. Nuestro encuentro fue como el eco de una melodía que se desarrollaba entre dos almas. Pronto descubrí la profunda complementariedad que existía entre nosotros. Cada vez que sonreía tímidamente, sus ojos parecían desvanecerse, y esa particularidad me fascinaba.

Todo lo que compartíamos se convirtió en algo profundamente significativo. Esos momentos eran los más preciosos para mí, cuando el tiempo parecía detenerse. Su sonrojo ante mis elogios, su risa contagiosa que iluminaba su rostro y, sobre todo, sus besos. Cada uno de ellos me enseñaba una nueva forma de sentir y experimentar el amor. 

Así pasaron los días, luego los meses, hasta que nuestros padres decidieron separarnos debido a la rivalidad empresarial entre las familias. Mi padre me mantuvo alejado de Jimin, lo que nos llevó a planear una fuga juntos. Ansiaba la libertad, anhelaba estar con él. Fue Hoseok, primo de Jimin, quien nos ayudó en nuestra huida, esperando pacientemente la junta de negocios en el extranjero de nuestros padres para aprovechar la oportunidad.

Y ahora, aquí estamos, sin un destino claro, pero unidos, dispuestos a enfrentar lo que venga juntos.

—¿Te arrepientes? —sentí cómo apoyaba su cabeza en mi hombro.

—No lo dudes ni por un instante —miré nuestras manos; la suya era considerablemente más pequeña, lo cual simplemente me encantaba.

—Aún no me has respondido.

Noté su preocupación en su tono. Rápidamente dejé un pequeño beso en su frente y sostuve su rostro, buscando quedar cara a cara.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Save Me |KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora