Prólogo

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Un hombre de mediana edad humilde y trabajador estaba trabajando en su taller de carpintería martillando con fuerza unas tablas pulidas a la perfección. Planeaba construir un bote, era su oficio. Despertaba temprano con el alba en punta, talaba árboles para conseguir el recurso y a partir de ahí lograba hacer todo el procedimiento sin que nadie lo molestara. Vivía en una pequeña, modesta y rustica cabaña en las colinas, un poco apartado de los demás habitantes. Tranquilidad era algo que el hombre apreciaba.

De repente dejó de golpear, el martillo quedó a medio camino suspendido en el aire, volteó la cabeza en dirección a la ventana donde se apreciaba la vista de los altos arboles de pino incrustados en el ancho terreno que se expandían alrededor de su hogar. Un ruido muy extraño provino de ahí, fue como un gruñido, era raro ya que no había animales en la zona, no en esa por lo menos. Tal vez alguno se había colado en su propiedad. Colocó la herramienta en la mesa, descolgó de la pared una chaqueta verde oscuro para ponérsela, cogió también la escopeta de dos cañones que reposaba en la repisa de su despacho, con cuidado revisó si estaba cargada, al ver que sí abrió con un movimiento lento la puerta de madera que daba al exterior. El viento soplaba con fuerza, el hombre apretaba el arma con vigor, el sonido extraño ocurrió de nuevo, esta vez el hombre dio media vuelta, lo escuchó clarito, era un animal bastante extraño, nunca en su vida había escuchado ese gruñido, era ronco y seco. Asustado, tembloroso por el miedo y el frio, apretó aún más fuerte el arma apuntándola hacia los árboles, no sabía que estaba acechando, fuera lo que fuera era peligroso ¿qué clase de criatura emitiría ese rugido? Los vellos de los brazos se le erizaron, su respiración se aceleró un poco al igual que el corazón, avanzó un poco hacia un enorme arbusto, lugar donde provino el extraño ruido. Ramas y hojas se mecían de un lado a otro por la ventisca, con el cañón del arma removió un poco, nada pasó. El gruñido sonó una última vez detrás de su oído, fue lo último que el pobre hombre escuchó en su vida, sus gritos inundaron el bosque, nadie los escuchó. Su cadáver fue encontrado un día después por dos hombres que fueron a chequear el progreso del bote. Por desgracia esos dos hombres también perecieron bajo las garras de la extraña criatura que habitaba en ese bosque, muchas personas cayeron siendo presas de ese temible ser. Esa fue la primera aparición registrada y documentada de un monstruo en Halliven, ciudad marcada por ese acontecimiento, monstruos siguieron apareciendo después, demasiados para ponerlos en una sola página y de todo tipo. Tantos monstruos y muchos habitantes desamparados que fueron masacrados, devorados por esos horrendos seres que salían en la noche para saciar su voraz apetito. Las personas no llegaron a ser extinguidas debido a que eran el platillo favorito de las criaturas, no comían animales sino humanos, algunos huyeron a otras ciudades, los que no, vivían con temor e incertidumbre, esa duda que corroía su cuerpo ¿seré el siguiente en ser devorado? Fue una de las preguntas que más se hicieron los habitantes. Halliven pasó a ser conocida como la cuna de los monstruos, ya que era la única ciudad aterrorizada por dichas criaturas. Las ciudades restantes solo eran perturbadas por minorías como duendes y espíritus errantes inofensivos.

En esos tiempos no todo estuvo perdido, una luz en la penumbra por arte de magia para salvación de las personas surgieron de la nada siete salvadores, ellos eran increíbles y valientes, poseían una serie de extrañas habilidades que usaron para erradicar a los monstruos, dándoles caza y exterminio consiguieron establecer una porción de paz. Nunca se determinó cual fue la causa que le dio estas habilidades a unos simples seres humanos. Su líder fue Aníbal el temible, después de casi 4 años de locura y muerte estos héroes habían acabado prácticamente con la amenaza, muchos monstruos sobrevivieron para esconderse y lamer sus heridas, prometieron volver más fuertes que nunca, hambrientos no solo de carne sino de poder. Aníbal, Minda, Absalón, Kev, Fraya, Caín y Hunter crearon a Los Cazadores, se dedicaron a la protección y supervisión de la ciudad que poco a poco se iba recuperando. Mientras el tiempo transcurría los legendarios iban haciendo sus vidas, Aníbal y Minda se casaron y tuvieron hijos, Absalón se desvió del camino, Kev formó parte de la guardia personal del rey de Halliven, Caín se fue de la ciudad a pelear en batallas de otros continentes, Hunter y Fraya no se casaron, pero vivieron juntos en la ciudad matando a los monstruos que se atrevían a volver. Los cazadores se disolvieron, se fueron, creyeron que todo estaba bien, pero no fue así. Una simple cortina de humo a veces es suficiente para engañar a las personas.

La cripta de los recuerdos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora