El denso humo llenaba los pulmones de aquella mujer que permanecía tirada en el suelo ahora carente de fuerza, quién entre sus brazos abrazaba una manta como si su vida dependiera de ello.
Sus irritados ojos a causa del humo no hacían más que buscar a su agresor.
Hasta que lo encontró.
- Por favor... - murmuró con las pocas fuerzas que le quedaban - por favor, no le hagas daño.
El hombre solo se limitó a empuñar su katana.
El sonido del metal y el llanto de un bebé.
Fue lo último que escuchó.
Y el sujeto, quién se llevaba a lo más preciado de toda su vida.
Fue lo último que vió.
Aquel hombre caminaba inexpresivo mientras empuñaba su katana en su mano derecha y en la izquierda tenía abrazado aquel bulto.
Al estar lejos de la anterior locación, paró su caminar.
Su semblante no cambió al apreciar el rostro de aquella bebé. Su mirada recorrió todo su alrededor hasta detenerse en un punto fijo, con calma se acercó a una caja que se encontraba en el frío suelo, dónde dejó a la pequeña qué permanecía aún dormida.
- Nos volveremos a ver. - musitó.
Para después proseguir con su camino y no volver jamás.
••••••••••••••••••• Alguien considero buena idea volver a escribir la historia, pero no les voy a decir quién soy.
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