UNO.

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-¡Ya estoy aquí! –Hablo en voz alta mientras cierro la puerta principal.


Me quito mi abrigo junto la bufanda para colgarlos en el gran perchero que se encuentra al costado de la puerta mientras escucho unas pisadas apresuradas bajando por las escaleras. Sonrío sin siquiera ver a los dueños de esas pisadas.


-¡Tía Alison! –Ambos niños se abalanzan sobre mis piernas saludándome.

-Pero si son los bebés que más extrañé. –Me agacho para estar a su altura y ambos dispersan besos por mi rostro.

-Llegas tarde. –Levanto la vista y Julie se encuentra entrecerrando sus ojos hacia mí mientras limpia sus manos con un repasador. El pequeño Jason se encuentra en su pecho sostenido por la cangurera que le regalé el año pasado.


Julie.

Mi mejor amiga desde que teníamos dieciséis años e íbamos al instituto. Pasamos por tantos momentos felices y tristes, tanto juntas como separadas.

Tenemos el tipo de amistad que siempre soñé con tener de adolescente. Incluso cuando no podemos compartir tanto tiempo como quisiera ya que tiene tres hijos pequeños que cuidar.


-Lo siento, estuve cuarenta minutos atascada en el tráfico de la avenida West y no podía dar la vuelta. Solo pude quedarme sentada allí esperando. –Respondo.

-¡Eso suena como muy aburrido, Tía Alison! –Isabelle levanta sus brazos y alarga mucho la u. Me hace reír y beso su mejilla.

-Lo fue. Pero la espera valió la pena para ver a mis pequeños gigantes. –Presiono juguetonamente la nariz de Oliver que ríe ante el gesto.

-Isabelle es pequeña. Yo soy el gigante. –Asegura Oliver cruzando sus brazos de manera altanera.

-¡No soy pequeña! –Grita Isabelle. –Te lo demostraré. –Dobla las mangas de su remera y anticipo su intención de darle un golpe a su hermano tomando sus brazos.

-Nada de peleas, Isa. –Los miro fijamente –O no comerás ni una porción del delicioso pastel que hice. –Capto rápidamente su atención.

-¿De chocolate? –Pregunta la pequeña. Asiento e Isabelle se baja las mangas rápidamente y abraza a su hermano que le devuelve el gesto. Julie ríe. -¿Así está mejor? –Pregunta.

-Mucho mejor –Revuelvo el cabello de ambos con mis manos y me pongo de pie mientras los niños suben corriendo las escaleras a hacer quien sabe que travesura.

-¿Sabes que Isabelle es así de bravucona por tu causa? –Julie enarca una de sus cejas y yo rio.

-Lo sé. Pero alguien tenía que enseñarle a defenderse de los malditos mocosos que las molestan en el kínder. –Respondo mientras la sigo a la cocina donde se percibe un agradable aroma.

-No puedes dirigirte hacia unos niños como malditos mocosos, Al. –Niega la cabeza divertida.

-Puedo hacerlo si se pasan de listos con mi nena.

-De todas formas, James y yo tratamos de enseñarle que no siempre un golpe es la solución.

-Concuerdo. Pero a veces un puño cerrado comunica lo que las palabras no pueden. Lo aprendí de ti. –Julie suelta una carcajada y me uno a su risa.

-Oh, dios. ¡Supéralo! eso sucedió hace años. –Continúa riendo.


En nuestro último año de bachiller, uno de los típicos chicos que por ser atractivos creen que todas quieren bajarle la bragueta del pantalón estuvo persiguiendo a Julie con intenciones de que ella lo hiciera. A pesar de que ella siempre le dijo que no, él no desistía. En el baile de graduación él insistió nuevamente y tomó su mano para llevarla a "pasar un buen rato" en el laboratorio pero Julie, completamente cansada, cerró su puño y lo estampó en su ojo derecho al sonoro grito de "Te dije que no quiero, jodido imbécil."

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2022 ⏰

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