Ni se imaginan

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Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de WitchyGirl99 y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

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—Entonces, me estás diciendo —dijo Koga Matsuno con toda la lisonjera arrogancia del mismísimo Satanás—, que tienes más de dos amigos.

Si no estuvieran en la sala de juntas rodeados de paredes de cristal, Inuyasha hacía tiempo que le habría dado un puñetazo a su compañero de trabajo. Tal y como estaba, solo quedaba más o menos una hora para su exposición de cuatro horas para un cliente particularmente obstinado e Inuyasha no quería que le echaran la culpa de que no se hubiera hecho nada. Miroku y Sango habían salido a por café para que pudieran sobrevivir. En retrospectiva, nunca debería haberse permitido quedarse a solas con el sarnoso demonio lobo.

—Sí —contestó Inuyasha entre dientes apretados—. Así es.

Koga, por supuesto, resopló. Se hundió en su silla, de brazos cruzados y con los ojos azules entrecerrados. La necesidad de darle un puñetazo fue de algún modo más fuerte. Inuyasha estaba seguro de que la existencia de Koga era su propio infierno especial.

—¿Quién? —exigió—. Porque está claro que no tienes amigas entre ninguna de esas mujeres de Copias. Coquetearon contigo y lo único que hiciste fue gruñirles.

Inuyasha se mordió el interior de la mejilla. Darle un puñetazo a su compañero de trabajo estaría mal. Kaede iba a enfadarse mucho con él y estaba intentando lograr los cero incidentes en un mes. Este desafío, asimismo, era una clase especial de infierno, depositado sobre él por una cansada Kaede que tenía de verdad una pizarra blanca con su nombre escrito y un número de días desde la última vez que discutió con alguien. Hasta el momento, Inuyasha tenía un récord de dieciséis días.

—¿Cómo echas un polvo siquiera? —Esto lo dijo más bien arrastrando las palabras, vagamente a propósito y de modo exasperante—. Es decir, ¿los gruñidos te funcionan antes del sexo? ¿Sigues siendo virgen?

Inuyasha cerró los ojos un momento. ¿Dónde cojones estaban Miroku y Sango con sus malditos cafés?

—Vas a tener que callarte ahora mismo —afirmó, su voz era apenas más que un ronco gruñido. Eso tendía a ocurrir cuando estaba enfadado, completamente contra su control.

Koga resopló porque era, de hecho, la peor persona que había con vida.

—No me extraña que estés eternamente soltero. Ahora todo tiene sentido.

—¿Qué tiene sentido? —La pregunta salió de Miroku Tsujitani, que estaba abriendo la puerta con el pie para que Sango pudiera entrar lentamente. Ambos tenían las manos llenas con cafés y lo que parecían ser cosas para picar. Claramente habían asaltado otra vez la máquina expendedora de la segunda planta.

—Inuyasha es virgen y solo tiene dos amigos. —Koga estiró los brazos en un gesto dramático de supuesta genialidad. Incluso su sonrisa, dentuda y de un blanco perlado (oh, cuánto lo odiaba Inuyasha), hizo que Inuyasha quisiera enviar a su compañero de trabajo a través de la pared.

Sango, siempre actuando de mediadora, suspiró pesadamente.

—¿No os puedo dejar a los dos solos durante diez minutos?

—Fueron más bien veinte —dijo Inuyasha entre dientes apretados y sí, su voz todavía no había vuelto a la normalidad.

—Espera —interrumpió Miroku porque no tenía prioridades—. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

Koga puso los ojos en blanco.

—¿Cómo de difícil es llegar a ella? ¿Tiene otros amigos que no seáis vosotros dos? Yo soy su némesis y voilà: hemos llegado a la cuota máxima de la cantidad de gente con la que pronuncia auténticas palabras. Este tipo nunca ha tenido novia y rechazó a Yura de contabilidad. —Koga dijo esto último como si Yura no fuera una señorita loca y psicótica que solo quería jugar con su cabello. Inuyasha podía sentir que se le desbordaba la irritación, su cuerpo destelló frío y luego calor. Iba a decir algo. Iba a decir algo o iba a saltar al otro lado de la mesa, agarrar a Koga por la garganta y a arrojarlo por la ventana de cristal de la decimotercera planta...—. Claramente, hay algo de malo en él.

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