capitulo 22 - epilogo

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-¡Ya Edward! – Le grite – se va a hacer tarde 

-Ya voy, ya voy - contesto

-Pues que tanto hacías – le pregunte cuando apareció en la sala

-Buscando las llaves del carro – me dijo guiñándome el ojo, lo cual me hizo ponerme roja, ya que por mi impaciencia había botado, quien sabe dónde, las llaves del carro en cuanto llegamos ayer por la noche

-Papi, ya amonos – pregunto lizzi

-Segura bebe… segura que no te quiere mejor quedar a jugar con tu mami y conmigo

-Edward – le regañe – anda amor, ve por tu mochila, mientras tu papá va a alistar el carro y yo termino tu almuerzo – le dije dándole un beso en su frente

-Si mami – dijo rápidamente y bajándose con un poco de dificultada de la silla y corriendo lo más rápido que le permitían sus cortas piernitas, hasta la sala

-Amor… no quiero, yo no voy – dijo como niño chiquito

-Pues tienes que ir, es el primer día de clases de tu hija y ella espera que estés ahi y cuando salga, además son unas cuantas horas y la que debería de estar sufriendo seria yo, no tú, porque tienes en que entretenerte

- y tú también, ahí está tu diablo vestido de perro

-¡Edward, no le digas así a Richi!

-Si papi, no le digash así – dijo mi bebe de pronto con el ceño, no habíamos notado que ya había regresado

-¿Lista amor? – le pregunte

-Mmm – empezó a dudar – sipi – nos dijo, tomo la mano que le ofrecía Edward y salimos rumbo a su colegio, el cual estaba en el centro de Londres, ya que así iba a ser más fácil que Edward o alguno otro de nosotros fuéramos por ella

Hacia dos semanas que habíamos regresado de Francia, ya que Edward y yo decidimos que queríamos criar aquí a lizzi, y la verdad es que no me agradaba mucho que creciera lejos de sus primos y de sus abuelos. En Francia encontramos una gran tranquilidad y equilibrio en nuestra pequeña familia, nuestra relación fue creciendo, aunque había veces que discutíamos, pero el 99% era porque Richi le hacía una travesura y él lo castigaba, algo que su hija no le perdonaba, así que el castigo no le duraba ni medio día. 

Cada día lo amaba más, me había demostrado cada día, desde que regresamos juntos, cuanto sentía lo que había pasado con ella, todas las noches, antes de que yo cayera o el cayera dormido me decía lo siento,... al principio me molestaba que lo dijera, pero después de un tiempo, comprendí que el necesitaba decirlo, que no solo iba dirigido a mí, sino también a su hija y a el mismo, cada noche que nos encontrábamos en la cama, me abrazaba fuertemente a él, a menos de que estuviera lizzi en medio de nosotros, ya que era ella, la que lo abrazaba posesivamente, lo cual no le molestaba en absoluto a él.

Sin embargo, me había topado con cada secretaria que trataba de seducir a Edward, pero yo, como buena mujer, marcaba mi territorio y les dejaba bien claro que él era mío y de lizzi y de nadie más, claro que lizzi es mejor repelente de mujeres yo, era bastante posesiva con él, incluso había días en que no quería que ni le tocara a su papi, pero sabíamos que eso era una etapa transitoria y con el paso de los meses la fue superando.

Y ahora nos encontrábamos a menos de 5 minutos de dejar a nuestra pequeña en su primer colegio… y la verdad me moría del terror, pero sabía que tenía que mostrarme alegre con lizzi, para infundirle valor y que no viera a la escuela como algo malo… pero Edward era harina de otro costa, el simplemente se reusaba a poner buena cara cuando hablamos del colegio, inclusive se puso de malas cuando fuimos a comprar el material y la mochila de lizzi, pero después de unos cuantos cariñitos de lizzi, este mejoro su estado anímico, pero aun así veía que sus ojos estaban tristes, y con mucha razón, a ningún padre nos gusta que nuestros hijos crezcan, nos gustaría que siempre estuvieran en casa y nos vieran como sus héroes.

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