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Era un día común en Shibuya, el sol se encontraba en su punto más alto, y las personas se apresuraban a cruzar la famosa intersección, como siempre. La multitud llenaba cada rincón: turistas, trabajadores, estudiantes, todos inmersos en sus rutinas diarias. Miizumi era solo una más entre la multitud, caminando con el teléfono en la mano, riendo y poniéndose al día con su amiga al otro lado de la línea.

-¡No me dejaba en paz, te lo juro!- exclamó entre carcajadas, esforzándose por alzar la voz sobre el bullicio ensordecedor del entorno-. ¡Le dije mil veces que no!

En medio de la conversación, una serie de explosiones resonaron en el cielo. Miizumi se giró por instinto, y por un instante quedó cautivada por las luces fugaces que estallaban en lo alto, tan hermosas y deslumbrantes que la sacaron de la realidad. Volvió a centrarse cuando escuchó la voz de su amiga, aún proveniente del celular.

Al terminar de cruzar la calle, un estruendo de bocinas le provocó un agudo dolor de cabeza. Se volvió para identificar la causa y vio a tres jóvenes disculpandose mientras corrian entre la gente. Con un suspiro de resignación, rodó los ojos y continuó su camino.

El sol, abrasador, tostaba su piel pálida. Miizumi avanzaba con calma, sin prisas, como si permitiera deliberadamente que la estrella completara su trabajo. Al entrar a la estación, el frescor la recibió y levantó sus gafas de sol, acomodándolas sobre su cabello rubio. Echó un vistazo a su alrededor, buscando el baño de mujeres, y al encontrarlo, se adentró en él. Las chicas que ya estaban allí, ocupadas en maquillarse o refrescarse del calor, la miraron brevemente al sentir el ruido de la puerta, pero rápidamente volvieron a lo suyo.

Ignorando las miradas, Miizumi entró en un cubículo y, al sentarse, retomó la conversación-. Tenemos que vernos esta semana, avísame cuando estés libre.

-Creo que lo estaré el...-la voz de su amiga se cortó abruptamente por un apagón. Miizumi frunció el ceño y miró su celular.

«¿Qué diablos?» Pensó. Deslizó su dedo sobre la pantalla, intentando activar los datos móviles, pero nada funcionaba. Suspiró rendida.

El silencio que siguió le pareció aún más desconcertante. Ya no se escuchaban los murmullos de las mujeres en el baño, ni el agua corriendo de los grifos, ni los tacones sobre el suelo. Se levantó, subiendo su falda con el celular aún entre los labios y, al salir del cubículo, se encontró completamente sola. El baño que segundos antes estaba lleno, ahora parecía desierto.

Dejó caer su bolso y el celular sobre uno de los lavabos y salió del baño por completo. La preocupación la invadió al no ver a nadie. Solo ella y el viento, el cual empezaba a soplar más fuerte. Horrorizada, salió corriendo hacia la calle, buscando a alguien, alguna señal de vida.

Miró a su alrededor desesperadamente, y cuando escuchó un ruido, giró la cabeza con rapidez. Pero solo vio a un pequeño pájaro hurgar entre unas bolsas de basura. Desesperada, decidió correr hacia la casa de sus padres, mientras el viento brutal le azotaba el rostro.

See you again ⸻ Shuntaro ChishiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora