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Nota de la autora: Este capítulo se sitúa años antes de NTO. Si eres un lector nuevo y no sabes de qué hablo ¡Perfecto! Bienvenido a este inocente juego.

«Lamenta dejarme ir, un día te arrepentirás. Me aseguraré de eso antes de irme». 

Regret Me - Daisy Jones and the Six. 

Acker D'vrau.

En el último año que pasó el grupo de amigos entero, las fiestas se caían a pedazos.

La mansión de los padres de Merlina tiene siete pisos, cada uno de ellos con una temática diferente, nosotros escapamos a la parte superior desde que terminaron de cenar a las once. Hay una peligrosa piscina situada en los bordes de la terraza, la mesa de madera con sombrilla estaba empapada de diferentes tipos de bebidas, líneas blancas, los cigarrillos de Genna aún encendidos tirados al piso, preferí no preguntar de quién era el resto de pastillas.

Llevábamos rato bailando, en ese tiempo no tenía la misma actitud, era un tanto pesado sobre "el tipo de música" que me gustaba para festejar. Pero Genna aseguró que iría y no tuve otra opción que participar, quedamos en jugar algún videojuego luego de que los fuegos artificiales explotaran.

Mi mejor amigo estaba en una esquina del agua con el teléfono entre las manos desde hace media hora sin emitir palabra. Me acerqué a Milo pues fue quién habló con él antes de que dejara de interactuar con nosotros.

Ese sujeto jamás terminó de agradarme, tenía la impresión de que nos miraba desde arriba, con una superioridad inventada en su cabeza. No se lo comenté a Genna porque es el único amigo que tiene.

—¿Te dijo algo? —no pronuncié su nombre, ladeé la cabeza hacia él para no llamar la atención—. Anda actuando raro desde que conversó contigo.

Milo esbozó una sonrisa ladina, posó su mano en mi hombro, me aparté un paso atrás. Ninguno de los chicos vestimos camisetas puesto a que recién salimos de tontear en la piscina, sus manos tiene la particularidad de siempre estar tibias.

—Pff, para nada, te haces ideas Acker. Todo está perfecto.

No le creí, mas ese amigo era de pasar días inclusive sin hablar. Me encogí de hombros.

—La noche es perfecta —agregó Melina detrás mío, se unió a nosotros pasando sus brazos alrededor nuestro—. Ay, me voy a caer —bromeó riendo—. Esa bebida azul está buenísima, ¿Me acompañan a traer más? Veo doble.

—Puedes ir sola —le recordó Milo—. El almacén es dos pisos abajo.

Merlina estaba destruida, sus decoraciones de cabello quedaron donde fuera menos su cabeza, su maquillaje se corrió por el sudor y el bañador blanco que escogió era un lienzo que pintó con todas las bebidas alcohólicas que pudiera pese a que aún le faltaran un par de años para que fuera legal beberlas. Cada miembro de nuestro pequeño circulo escogió una droga diferente excepto yo, las luces de colores ocultaban sus ojos rojos.

La sostuve cuando empezó a tambalear, todavía sonriendo, mientras menos lejanía hubiera entre nosotros sus rizos me provocaban mayor cosquilleo. Aproveché que Milo la atajó para acomodarle el cabello en una coleta.

—Déjalo por hoy. —aconsejé.

—"Hoy" —ella hizo comillas con los dedos—. Se acaba en diez minutos, así que te hago caso.

—¿De qué hablan? —preguntó Genna en voz alta, apenas levantarse se abalanzó contra mí, me apresuré en agarrarla, su piel era resbaladiza—. ¿Estás cansado? —susurró, encajó su cabeza en mi cuello—. ¿Quieres dejarlos e irnos a algún baño?

Nivel 1: NTKGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora