Mats。
Es suficiente. Estos hijos de puta no se levantarán por un buen tiempo. Me levanto del pecho del delincuente que rompió los lóbulos de Brock, el cuerpo se me tambalea, finalmente baja la adrenalina y siento los temblores.
Pienso en Brock y la busco.
Veo su intención de ponerse de pie. Mi cuerpo se mueve automáticamente para llegar a ella. La tomo de los codos y la ayudo a ponerse de pie.
—¿Estás bien? —le pregunto, la sangre de las orejas se deslizó por su cuello y se secó en su clavícula.
Ella contesta que sí con la cabeza. Hace los mismos movimientos y gestos que Isis. En sus ojos hay tantas lágrimas como ganas de llorar. Se muerde el labio inferior y entonces me da un débil golpe en el pecho con sus dos puños.
—¿Por qué te pusiste entre el arma y yo? —me regaña con una voz ahogada por el llanto y vuelve a pegarme, no tiene fuerzas por culpa del miedo. ¿Por qué lo hice? No tengo idea, Brock. Quiero creer que cualquier caballero hubiera hecho lo mismo—. ¿Estás herido? —me pregunta tomándome ambas manos. Tengo los nudillos rojos de sangre, pero estoy seguro de que no es mía.
—No —contesto. Los dedos de Brock tiemblan dramáticamente. Freno el impulso de abrazarlos con mis manos porque me parece inapropiado. E igual veo que no hubiera podido, ella aparta las suyas para pasárselas por el pelo—. Vamos adentro —le pido—, tengo alcohol y gasas. Asustarás a tu madre si llegas con toda esta sangre.
Caminamos de regreso al local. Qué mala suerte hemos tenido, justo esta noche cortaron la luz con la intención de robar. El aseo estará oscuro, ahí no hay luces de emergencia. Le digo a Brock que se vaya al sofá de mi estudio y, cuando le aconsejo que tenga cuidado con los cristales, me contesta:
—Sé que debo tener cuidado.
No me enfado. No consigo nada haciéndolo. Es una mujer independiente con un carácter fuerte. En el aseo me lavo las manos hasta que el agua sale clara. Me las seco y busco una botella de alcohol y gasas. Antes de salir, humedezco una toalla limpia con agua tibia.
Encuentro a Brock inclinada hacia adelante, con la cabeza entre las manos.
—¿Seguro que estás bien? —le pregunto antes de que mis pisadas hagan crujir los cristales.
—Sí, solo física y mentalmente cansada.
—Pronto irás a casa a dormir. —Me siento a su lado. Recuerdo que anoche Brock no durmió por trabajar de camarera para reparar su auto. Debe estar exhausta—. Déjame ver tu cuello.
Se pone recta, pero no para obedecer, estira el brazo hacia la toalla mientras dice "yo lo hago". Aparto la toalla e insisto:
—Yo lo hago.
—Yo puedo...
—Y yo lo sé, aun así lo haré yo.
Brock no me da más pelea. Es verdad lo que dijo, está cansada. Apoya la cabeza en el respaldo del sofá y cierra los ojos. Me encarga la tarea de limpiarla y yo me propongo dejarle el cuello y las orejas sin una mancha de sangre. Esta mujer es distinta a cualquier otra. Brock es bonita... Preciosa. Una de esas bellas mujeres que no puedes dejar de mirar.
Cuando prestas atención a los detalles, como el grosor de sus labios o la forma de sus orejas, o el largo de su cuello, entiendes que cada parte de su cuerpo está hecha de una manera que armoniza con todo lo demás. No lleva maquillaje y, tal como dijo Isis, no tiene lunares. Al menos en lo que se ve de su piel no los hay. Todo es de un uniforme blanco.
Pienso en su piel y, oh, Dios... Es cierto que nuestro cerebro tiene la capacidad de enviar a la lengua el conocimiento del sabor de cualquier textura con solo pensar en ella. Se me hace agua la boca. Trago saliva. Necesito conocer la textura de su piel.
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Sol en invierno
Romance✨No es para nada un Sol en invierno, ella es un sol y punto, intenso, ardiente y necesario✨ 📌eBook publicado por la editorial Click Ediciones sello editorial del Grupo Planeta.