Capítulo Único

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Algo que todos los que alguna vez hemos tenido la desfortuna de estar dentro del yugo laboral, es haber sido víctimas de los temidos intercambios que suelen realizarse principalmente durante las posadas de terror que se organizan dentro de una empresa antes de celebrar Navidad y que si me lo preguntan, dan bastante de qué hablar durante todo el año siguiente.

La parte mala no es la persona llena de positivismo que siempre intenta convencer a medio mundo para llevarlo a cabo. No es ni siquiera que le pongan un rango de precio al regalo que se dará. No es que especifiquen cuál tiene que ser el regalo en cuestión (tazas, pares de calcetines, bufandas, etc.) No tiene nada que ver con que a uno le regalen algo que ni le gusta y mucho menos va a usar. Ni siquiera cuenta como malo (aunque si como mala suerte) que la persona que te regala o a quién le regalas no te caiga bien. Y ya ni siquiera tiene que ver con el mero hecho de que se haga en un fiesta pedorra que se celebra con comida malísima, con música que ni disfrutas y con gente que solamente va a criticar a los demás.

Al menos eso pensaba Loki. Podía soportar todo lo anterior, podía aguantar borrachos insufribles por el tiempo que durará la velada, podía ser hipócrita, fingir falsas sonrisas y dedicar buenos deseos a  cualquier persona que se le cruzara o le saludara, cuando por dentro emitía los más severos juicios sobre su ropa, quien los acompañaba o los chismes que les rodeaban.

El problema de Loki y lo que detestaba sobre toda esa algarabía que se había armado debido a la época, era que durante el intercambio ni siquiera había tenido el más mínimo chance de que Thor fuera el receptor de su regalo. Desde que se enteró quien sería su amigo secreto, se decepcionó terriblemente de que el objeto de sus afectos no lo hubiera sido. Incluso aunque trato de buscar entre los demás empleados quien era el afortunado de regalarle algo a Thor no lo encontró y no pudo hacer nada para intercambiar de persona.

Hubiera podido hacer una búsqueda más exhaustiva pero no quería llamar demasiado la atención y que Thor se diera cuenta de lo que sentía o peor aún, de lo que estaba dispuesto a hacer por él.

Llámenlo tonto, pero habia sido tan arisco con el pobre hombre que pensaba seria contradictorio que supiera que se moría por regarle algo. Aunque no lo malinterpreten, las múltiples veces que Thor y él habían tenido contacto no habían tenido la más normales de las interacciones.

La primera vez que se cruzaron por el edificio donde trabajaban, Thor llegaba tarde y al querer ganarle el elevador terminó empujando y derramando su café en su camisa blanca que acababa de estrenar.

La segunda vez que se cruzaron, Loki llevaba una pila de papeles que bloqueaba su campo de visión y al no poder ver exactamente bien de frente no noto que Thor caminaba en reversa hacia el, lo que provocó que no solo le tirara todo el papeleo sino que incluso se lo revolvió y le arruinó algunas hojas.

La tercera vez que coincidieron Loki corría deprisa porque le habían llamado de urgencia a Recursos Humanos y Thor en su afán de ayudarle a llegar más deprisa a su destino creyó que sería buena idea quitar un letrero que había alertando sobre el piso mojado y ocasionó que Loki resbalara y no solo que no llegara a tiempo a su reunión de emergencia, también se fracturó el brazo y tuvo que llevar un yeso por poco más de un mes.

Si hubieran sido únicamente esas tres ocasiones, probablemente las cosas habrían sido diferentes entre ellos, pero era como si ambos sufrieran una maldición y cada que se encontraban sucedía algún percance. En fin, que Loki tenía más que justificada su aversión inicial por él. Pero fue esa misma aversión lo que poco a poco hizo que Loki se sintiera atraído como mosca a la miel.

Porque viéndolo de forma objetiva,  el hombre era toda una visión a los ojos: rubio, de ojos azules, alto, fornido y con esa barba incipiente que en sus más sucias fantasías le imaginaba rozando su pálida y lampiña piel.

Para Loki era todo un espécimen en peligro de extinción, ya no habían hombres así, porque aunque sus modales dejarán mucho que desear y le hacían ver mal educado y grosero, sus intentos por ser amable con todo mundo le volvían de cierta forma adorable. Como un cachorrito que hace un sinfín de travesuras, pero que al final es imposible enfadarte con él.

Así que aunque se mostraba a la defensiva cuando estaba cerca de él por los accidentes anteriormente mencionados, siempre trataba de prestar atención a cada gesto, cada acción y palabra que decía.

Con el tiempo, logró reunir información suficiente sobre él. Supo que en su tiempo libre practicaba deportes, fútbol americano para ser precisos, que era un amante empedernido de la cerveza y que tenía una gran tolerancia al alcohol y que por muy despreocupado que pareciera tenía uno de los puestos más importantes dentro de la compañía. O al menos era lo suficientemente importante para tener su propia oficina.

Hace solo unos días, Loki había encontrado el regalo perfecto para él. Un tarro para cerveza de vidrio detallado a mano con temática vikinga. En otra vida estaba seguro de que Thor fácilmente habría podido ser su Dios, o al menos el Dios de algo. Para completar el regalo, había pensado incluir dentro del tarro una diminuta tanga de encaje color verde oscuro (que combinaba perfecto con sus ojos) y que estaba seguro podría haberlo avergonzado frente a los demás. Como bono, si entendiera su indirecta sería el aliciente perfecto para hacerle una propuesta indecorosa.  De no tomarlo a bien, podía excusarse con que se trataba de una simple broma.

Sin embargo, aunque no fuera su amigo secreto en el intercambio quizá todavía podía sorprenderlo dejando su regalo dentro de su oficina en un momento de distracción de la fiesta. Lo encontraría a la mañana siguiente, él le preguntaría coquetamente si le había gustado y que si quería lo podía usar en una primera cita.

Normalmente se jactaba de sus buenos planes, ese en particular era muy bueno, lo que no calculó fue decir su plan mientras lo llevaba a cabo en voz alta, sin tener cuidado de que alguien pudiera estar viendo o escuchando.

Y ese alguien en cuestión no sólo era testigo del acto en sí, estaba encantado con él. Tanto que no pudo evitar reír y sorprenderlo.

Loki al escucharle se espantó tanto que terminó tirando el tarro al suelo, lo que provocó que el perfecto regalo se rompiera en pedazos. Thor, sin dejar de reírse había levantado la tanga y confirmó que efectivamente sería una buena idea usarla en una primera cita que terminará con ellos dos en su apartamento.

Pero por ahora tendría tres cosas que atender antes:

1. La herida que se había hecho en la palma de la mano Loki al intentar recoger el desastre que había hecho.
2. Cerrar la puerta de su oficina para tener más privacidad.
3. Hacerle el amor como un salvaje sin que hubiera un mañana. Estaba seguro que las piernas de Loki se verían perfectas sobre sus hombros.

A la mañana siguiente de la fiesta tanto la resaca como los brazos de Loki que le tenían aferrado habían impedido que asistiera ese día a trabajar y que por tanto se diera el día libre.

Sin embargo, quizá habría sido una buena idea que avisara a alguien de limpieza del desorden que encontraría en su oficina y no dejarles creer que había sido víctima de un crimen, porque vamos, sí había sido asaltado por Loki y sus demandantes besos, pero eso no era para tanto como el pensar que había sido asesinado a sangre fría debido al desastre de vidrios rotos combinados con sangre.

Ya tendría tiempo de explicar todo más tarde y de devolver las miles de llamadas que estaba recibiendo, de momento quería disfrutar de su nuevo amante tanto tiempo como fuera posible. Quizá su regalo del intercambio había sido horrible y el regalo de Loki se había estropeado por su propia culpa, pero el regalo de haber tenido una oportunidad con quien había querido salir desde que le derramo café por primera vez iba a ser considerado de ahora en adelante como el mejor regalo de Navidad que iba a recibir en la vida.

Intercambio Navideño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora