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La brisa golpeaba su rostro bastante suave, algunos pájaros podían escucharse de una manera relajante y muchas mariposas hacen presencia, el sol se encontraba en su punto más fuerte que era demasíado asfixiante, sentía que en cualquier momento podía morir de un golpe de calor, y es que, ya es verano, los niños suelen salir a jugar en esta temporada.
— Odio el verano, siempre sentirse un charco y pegajoso. ¡Eugh! —
— Pero que dices. ¡El verano, es fantástico! — habló Seok mientras hacia un baile divertido.
— Pues entonces no se que le ves de fantástico porque claramente yo lo odio —
— Vamos Hanna, no seas tan amargada. Disfruta el día, está muy lindo hoy — dijo parándose frente a su hermana mientras apretaba sus mejillas. Sabía que lo odiaba pero disfrutaba molestarla
— A veces eres muy fastidioso — habló.
— Y tú muy malhumorada — sonrió viendo como hacia los ojos en blanco ante su respuesta — Vamos por un helado, ven — la tomó de la muñeca casi jalandola.
Al obtener sus helados, siguieron su camino a paso lento, querían disfrutar de esta tranquilidad aunque sólo sea por unos segundos.
Poco tardaron para llegar al edificio, subiendo las escaleras y estar finalmente frente a la puerta para enseguida abrirla.
— Prepararé la cena, así que duchate y baja — habló Seok mientras cerraba la puerta detrás de él y quitando sus zapatos.
— Bien — subió sin quejas.
Entro a su habitación y se sentó sobre la cama, mirándose en aquel espejo que tenía frente a ella. Las lágrimas derramadas recorrían por la mejilla, mientras que pensaba que morir era mejor que vivir. La carga que le ponía a su hermano era demasiado. Hacerse cargo de una niña de once años no era fácil y menos cuando apenas sólo tienes dieciséis años. A hora que ambos ya son adultos, Hanna se da cuenta de todo lo que tuvo que hacer su hermano para poder sacarla adelante.
— Los extraño mucho — dijo mientras abrazaba la fotografía de sus padres, sin dejar de llorar.
"Un invierno muy frío, la nieve obstruida la carretera pero eso no arruinaría los planes de la familia Choi, irían a esquiar pues los padres prometieron llevar a sus hijos. Y una promesa es una promesa, ¿no?
La música era cómoda y tranquila, una melodía que todos disfrutaban, el viaje era largo pero sin duda los Choi's sabían cómo divertirse.
Repentinamente la nieve comenzó por ser más fuerte, obligándolos a parar. Ambos pequeños pidieron a sus padres si podían bajar para jugar con la nieve, cosa que no muy seguros los dejaron hacerlo, pero tal vez fue una buena decisión.
Los pequeños jugaban con las bolas de nieve mientras los padres miraban desde dentro del carro, para este punto todos dirían que los padres son irresponsables por dejarlos bajar en medio de la carretera mientras nieva, pero la verdad es que sino hubiera sido por eso, ellos no estarían aquí.
