La carta debajo de mi árbol aún no se recoje.

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El aliento caliente en su manos cubiertas en guantes estaba bajando su efecto para guardar calor, calor que iba descendiendo. Su gorro estaba húmedo y la nieve se sentía más pesada. Supo que era hora de reclamar su premio luego de haber ganado 12 tickets dorados en juegos simples: pesca, tiro al blanco y otras de pura suerte.

La tienda de carpa, blanca y roja que estaba repleta con luz navideña y lineas de luces de colores en los costados de la ventana de entrega. Había un señor que parecía mayor de 50-60 como aproximado, tenia una barba blanca y el común gorro rojo con un colgante al final de bolita de algodón, su extraño pero similar aspecto a Papá noel lo confundía.

Él no creía en Santa Claus, claro que no. No  luego de que un niño en el colegio dijera la mayor revelación los padres dejan los regalos, no Santa. Esa navidad la pasó mirando cada cuanto bajo el árbol. Aún recuerda estar escondido en ese pequeño armario en la sala, la abertura de la puerta y el mueble apenas mostraba algo, pero fue suficiente para confirmar que aquello era verdad.
Sus padres con una bolsa negra mientras sacaban cajas en envueltas  en papel de regaló fino. Se llevó una gran decepción.

Fue un pedido agradable; Johnson, el señor no Papa Noel, era un tipo que brindaba confianza. Reclamó su premió, un peluche amarillo, suave y relleno. Estaba contento, tenía la forma de su animal favorito, aunque no era el típico león o tigre que a la mayoria de niños de su edad, solo por ser depredadores y reyes en la cadena alimenticia tomaba como favoritos.
Fue un pato pequeño y con una cara bastante tonta lo que escogió del enorme estante repleto de animales de peluche, quizás la mejor elección a su corta edad de 10 años.

Paseó por tienda en tienda, comprando o tal vez solo mirando lo interesante en los carteles de muestra, la fechas navideñas siempre traían cosas alegres, la música de fondo que sonaba por las bandas locales de la zona, eran campanas lo que reconoc...

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Paseó por tienda en tienda, comprando o tal vez solo mirando lo interesante en los carteles de muestra, la fechas navideñas siempre traían cosas alegres, la música de fondo que sonaba por las bandas locales de la zona, eran campanas lo que reconoció y tarareando el ritmo base mientras cantaba en voz baja.
La multitud aglomerada lo veia, una señora o a veces niños. Al final, no era normal que un niño estuviese sólo y mas en diciembre, fecha del amor y reunión en familia donde cientos de personas lo usan como un reencuentro tras luego de un año de separación. Bueno, él no estaba sólo (para aclararlo) sabía que sus padres estarían en casa tras las 12, luego de trabajar la mayoría del día, aunque fuera un poco solitario estaba acostumbrado, era la rutina que se le impuso cuando sus padres fueron ascendidos a un mejor puesto.
Sus necesidades siempre fueron resueltas, un chasquidos de dedos y algo que saliera de su boca sería cumplido.

Supongo que algo bueno había de no verlos. Si había algo positivo, claro...

Normalmente lo cuidaría una niñera, pero era 24 y tuvo que pasear por la feria navideña sólo, aunque la señora Emma, su nana, le había comentado que si lo pedía, podría quedarse con todo gusto. Él lo rechazo. Sus hijos han de estarla esperando, Nana.Una sonrisa en su rostro y con la mirada más segura trató de no preocupar a la señora. La vista de ella, siempre preocupada por él. No quería pasarlo solo una vez más, pero Nana tenía una familia, ¿Por qué tendría que ser él la causa de una familia incompleta?

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