Existen historias tan fantásticas que se vuelven leyendas, historias que padres temerosos de las diosas y conscientes de la maldad en el mundo les cuentan a sus hijos antes de dormir con la esperanza de protegerlos. Existen historias tras esas historias, antes de que la arrogancia o la vergüenza cambien los detalles y conviertan a los protagonistas en héroes invencibles o débiles seres sin rostro. Hay sucesos que han sido callados, algunas vivencias siendo muy poco importantes o lo suficientemente traumáticas que deben ser mantenidas bajo llave siempre.
Yo creo que incluso es mas minúsculo detalle es importante, por tal motivo compartiré esta con ustedes. Sin embargo, les ruego que recuerden que no existe tal cosa como la justicia kármica pero si las coincidencias. Las malas personas rara vez pagan por sus pecados y las buenas personas tienen la opción de sufrir hasta la muerte o volverse en el monstruo mas fuerte y sobrevivir. La supervivencia siempre esta en nuestra naturaleza.Comezón fue lo primero que noto, seguida del incesante gorjeo de las aves matutinas. Antaño tales sonidos habrían llenado su corazón de dicha o de inspiración artística; pero desde la desaparición de Danielle, los placeres mortales solo le hacían recordar que le hacia falta la amiga con la que normalmente compartiría todo lo bueno de la vida. Estos pensamientos eran una herida abierta que se rehusaba a sanar incluso después de tantos meses.
Ninguna de estas interrupciones era bienvenida, claro, de tal modo que se forzó a abandonar tal ruta de pensamiento antes de que eso le pesara aun mas que su creciente agotamiento.
Luego de una muy incomoda noche de sueño, no iba a ganar nada quedándose en su pequeño rincón cubierto de paja. Sería mejor desperezarse y ponerse en marcha, se dijo. Pero claro, pensar y hacer eran cosas muy distintas y desde hace mucho tiempo Marcus Rossetti había dejado de lado la lógica.
Nunca iba a poder acostumbrarse a todo el trabajo y las incomodidades que conllevaba el trabajo de investigación, aunque tampoco podía quejarse, se negaba a ser uno mas de aquellos príncipes mimados que solía encontrarse en las "Reuniones diplomáticas" (Que no eran más que bacanales glorificadas). No, Marcus se había prometido a si mismo que nunca abusaría de su posición de tal manera.
Si, Marcus Rosetti era el Príncipe Heredero del prospero Reino de Avalon y probablemente seria capaz de delegar la parte menos placentera de esta operación a otras personas, pero esta investigación en particular era bastante importante para él. Era una materia personal.
Habían pasado meses desde la última vez que vio a Danielle a los ojos, antes de hablarle sobre los arreglos entre sus padres y sus propias esperanzas de matrimonio. Antes de que ella se alejara, rizos pelirrojos tan rebeldes como su personalidad ondeando en la brisa nocturna.
Desde que llegaron noticias de la desaparición de Danielle, también empezó una lucha dentro de su corazón.
Por un lado, su orgullo seguía dolido por la reacción de ella ante su propuesta de matrimonio, por otro estaba la gran amistad entre ellos y por último, inclinando la balanza, estaban las tensas relaciones políticas entre los reinos de sus padres. Aunque siendo sincero, tal política le valdría menos que un comino si lograba no afectar a su pueblo.
Con esto en mente, el joven príncipe trabajo para compaginar sus estudios regulares en preparación para tomar la corona y sus esfuerzos para encontrar el paradero de la Princesa Danielle Delacour.
Hubiera dado lo que fuera por tener alguna guía, pero después de todos los esfuerzos lo único que tenia era un montón de pistas sin conexión aparente. Empezaba a temer que los años pasarían sin tener resultados satisfactorios. Muchos empezaban a pensar que la princesa había escapado por cuenta propia, molesta por el poco control que tenia sobre su vida, pero Marcus la conocía, incluso si hubiera estado tan molesta, eventualmente hubiera vuelto por si misma, y definitivamente no hubiera esperado meses para ello, sin una sola nota.
Aun con esta certeza, Marcus prefería no mantener a las personas en la investigación si ya no querían estar en ella, si creían que estaban condenados a fallar. Marcus no era ese tipo de personas, se rehusaba a rendirse ante la imposibilidad y quedarse sin esperanzas. Pronto fue uno de los únicos que continuaba investigando.
Esto nos trae una vez más al rincón de paja.
Luego de cierto tiempo, las pistas empezaron a apuntar en una dirección específica y, desesperado por la promesa de estar cerca de encontrar a la princesa, el príncipe Marcus emprendió la hazaña de seguir el rastro en persona.
Todo apuntaba a un reino al Oriente, Shaitan, famoso por sus riquezas minerales, ingenuidad artesanal y fuerza militar de elite. El joven Marcus solo sabia lo básico sobre ese reino, sus conocimientos siendo basados únicamente en sus estudios. Carentes, por decir lo mínimo. Shaitan era una nación peligrosa: poderosa y con un aura de misterio que siempre hacia que sus enemigos la juzgaran de manera errónea, lo que terminaba por decidir su victoria.
Marcus nunca había visto a los convoyes de Shaitan visitar su palacio pero no estaba seguro de si eso era debido a que nunca habían sido visitados o si simplemente no le habían permitido atender a tales reuniones cuando aún era muy joven e inexperto en materias políticas. De cualquier manera, tenía dos opciones: Podía ir al reino tratando de mantener su identidad oculta o podría dirigirse de manera directa al monarca del reino y pedir su ayuda en calidad de enviado político y representante de Avalon.
No podía dejar nada a la suerte, se dijo. No había manera en que se atreviera a hablar libremente de un asunto tan delicado, o de estar seguro de que un monarca del que nadie sabia nada fuera de confianza. Marcus decidió investigar por su cuenta.
Compró ropas menos llamativas en uno de los bazares a cambio de uno de sus anillos y se envolvió el rostro en un pañuelo de seda para protegerse de las ventiscas y ocultar su identidad. Se dirigió a la cercanía del puerto, comprando información o simplemente observando conductas sospechosas.
Fue cuando lo notó. Un gran barco, del tipo que suele transportar mercancía, atracó en el puerto. Este barco tenía un heraldo que le resultaba conocido, aunque no recordaba con exactitud donde lo había visto. Se escondió detrás de unos barriles de madera que bien podrían contener vino o especias y se dedicó a observar.
Una a una, varias jóvenes doncellas fueron arrastradas desde dentro del barco, manos atadas y encadenadas a una larga cadena de hierro que las guiaba. Se veían débiles, como si no hubieran tenido una buena comida en días o como si simplemente hubieran abandonado las ganas de vivir. Entre el grupo se apreciaban también algunos chicos. Era un grupo que variaba desde edades hasta aspecto físico. Marcus hubiera podido jurar que algunas de esas chicas literalmente resplandecían como diamantes o que el cabello de uno de esos chicos se movía por si solo incluso cuando ninguna brisa se sentía en el aire.
Se sintió llamado por algo y empezó a acercarse, dejando atrás su escondite, aproximándose al camino donde todos los demás estaban haciendo lo imposible por mirar a otro lado.
Ahora que pensaba en eso, hubiera sido capaz de ayudar mas desde las sombras, y aunque su mente parecía saber eso, su cuerpo no obedecía.
Nunca sabría por qué.
Cuando estuvo tan cerca que podría tocar a uno de los prisioneros, sintió un terrible dolor agudo en la parte trasera de la cabeza antes de que su mente se fuera a negro.
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Chrysalis
FanfictionMarcus Rossetti no está nada orgulloso de cómo reaccionó aquella noche, ha pasado los últimos meses intentando arreglar ese antiguo error. Durante su investigación para encontrar a Danielle, se encuentra a si mismo en un ambiente desconocido donde...