━━𝗣𝗥𝗘𝗙𝗔𝗖𝗜𝗢

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ʙᴇᴀᴜᴛɪғᴜʟ ᴄʀɪᴍᴇ
ᴘʀᴇғᴀᴄᴇ:
ʀᴜɪɴᴇᴅ ʟᴏᴠᴇʀs
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La historia que solía contarme mi padre de pequeña al momento que me arropaba bajo las sábanas, con la vaga excusa de que me ayudaría a dormir, siempre me había parecido simple, aunque completamente devastadora.

Narraba la tragedia de un par de amantes que se vieron obligados a tomar caminos completamente diferentes debido a una terrible maldición que cayó sobre ambos, y que terminó por aplastar la poca esperanza que les quedaba de volver a encontrarse en un futuro no muy lejano.

Mi padre diariamente omitía la razón del por qué aquello sucedía. Pero era tanta mi inocente insistencia de escuchar el trasfondo de dicha historia que lograba convencerlo de añadir lo restante. Es así como yo misma hacía el arduo intento por imaginarme el rostro del hombre que había sido orillado a cometer el peor de los errores, y que, momentos después, le rogaría a su amada para que ella recreara las mismas acciones.

Mi sangre se helaba con aquello. Nunca fallaba.

Para ese transcurso de la narración, él hacía una pausa y me tomaba de las manos, mirándome con fingida anhelación mientras decía con detallada suavidad:

—Promete que todavía estarás a mi lado, Clementine.

» El horror desfiguró el rostro de la mujer y transformó sus facciones en todo aquello que no le sería posible decirle en voz alta. El mensaje fue leído en cuestión de segundos al tiempo que ella negaba con la cabeza.

Su labio inferior tembló levemente y después se propuso a murmurarle su respuesta final:

—No puedo.

Cuan par filosas cuchillas que parecían caer desde arriba como fugaces gotas de lluvia, la pareja sintió el tajo de éstas atravesando el lazo que ataba ambos corazones y que los convertía en uno solo.

El aire que giraba alrededor de ambos comenzó a sentirse cada vez más delgado, agonizante. El hombre entornó la mirada y dio un paso atrás, como si de pronto se sintiese ajeno a lo que estaba sucediendo.

Se dio cuenta, entonces, de que había desconocido a la criatura que se presentaba delante suyo. No reconocía su rostro, sus ojos, su presencia. Su olor, incluso, le pareció extrañamente enfermizo; y, como si el hedor hubiese sido demasiado para él, se vio girando el rostro de golpe hacia un costado.

Dentro suyo algo comenzaba a borrarse, pero ya ni siquiera sabía qué era exactamente aquel fragmento rasgado que, de poco a poco, pasaba a convertirse en una simple cicatriz.

Sin embargo, el último aliento de humanidad que seguía atascado en su garganta no estaba listo para aceptarlo, no aún.

En cambio ella, sin ninguna necesidad de escucharlo de su propia voz, reconoció entre sollozos el como no había costo alguno para salvar el alma del hombre que alguna vez amó... «


Mi corazón, dentro de ese pequeño cuerpo que no se había desarrollado hasta poco después de mi cumpleaños número trece, parecía romperse en diminutos fragmentos al escuchar la narrativa tan detallada que utilizaba mi padre.

Antes de que una fría lágrima fuese captada por sus atentos ojos, una risa -que más bien sonaba como un bajo ronroneo vibrando dentro de su pecho- se le escapaba y entonces comenzaba a contarme la historia desde el principio, sólo que desde una perspectiva dudablemente aceptable...

La historia desgarradora e injusta que retrataba a ese par de amantes podía cambiar drásticamente su curso si la mujer -en lugar de permanecer de pie frente a su amado mientras que siente cómo su pecho va siendo golpeado una y otra vez por pesadas rocas- simplemente diera por hecho el ceder ante lo que él le pedía.

» Sus dedos rozaron su mejilla. Ninguna lágrima había sido derramada aún, y ni siquiera parecía estar cerca de estarlo.

—Tengo que establecer un final para así comenzar de nuevo, Clementine —el hombre le aclaró en un dulce susurro, luego de que ella no respondiera anteriormente cuando le pidió prometerle que todavía estaría a su lado después de las horribles cosas que había hecho.

La vista de la mujer comenzaba a nublarse y un intenso brillo derrapó en su mirada cuando finalmente buscó más allá entre la profundidad de sus pupilas dilatadas. Fue como si hubiese encontrado algo ahí mismo. Algo que le hizo saber que, muy a pesar del grave crimen que se había cometido con anticipación y de cómo todo a su alrededor empezaba a desmoronarse hasta la ruina, ese era el camino que estaba destinada a seguir.

Pestañeó una, dos, tres veces y le sonrió.

—Esta oscuridad es nuestra luz.

𝗕𝗘𝗔𝗨𝗧𝗜𝗙𝗨𝗟 𝗖𝗥𝗜𝗠𝗘.   anakin skywalker Donde viven las historias. Descúbrelo ahora