1 Corintios 13:4-8

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Si alguien le hubiera dicho que todo era un sueño, Beatrice lo creería.
Lo creería porque al ver a Ava usando su suéter y tomando una taza de café sentada en el sofá frente a la televisión.
Claramente parecía un sueño. Un sueño en el que esperaba no despertar jamás.

–Bea Bea, ven aquí.–palmeo el asiento a su lado con una sonrisa.

Bea Bea  era el sobrenombre que había elegido, al principio a Beatrice le pareció extraño. Era ese o BooBoo, prefirió el primero, aunque Ava podía llamarla como quiera. Ella todavía iria hasta ella sin dudarlo.
Se acomodo a su lado y Ava extendió otra taza de café para Bea.
–Ten.

Tomo la taza y la llevo a sus labios, estaba a punto, lo suficiente como para no quemarse los labios.
De repente, su gata salto asustando a Bea que derramo un poco de café en su pantalón.
–Cielos, Rina me asustaste.–dijo dejando la taza en la pequeña mesa delante de ella. 
Acarició a Rina, ella se acomodo en su regazo y la miro. Ava fue la siguiente en acariciarla.
–Rina siempre asustando a tu madre.–comento riéndose.

Como si la hubieran llamado la gata color naranja con blanco y negro, salto hacia Ava, comenzó a frotar su cabeza contra el mentón de Ava, esperando recibir su atención. Ella  acarició su cabeza.
–Quiere tu atención, conmigo no es así, solo me busca cuando quiere comida. –Se quejo Bea poniendo los ojos en blanco.

Ava se río.
–Es porque soy su preferida.

Negó con la cabeza y se río. Rina se termino por acomodar en su regazo hasta quedarse dormida.
Ava espero a que Bea la envuelva en sus brazos como siempre.

–¿Cuando dejaras de usar mi ropa?–Susurro en su oído.
Enviando un escalofrío por la espalda de Ava. No estaba acostumbrada a que hiciera eso. Bea todavía era bastante tímida con ella en algunos aspectos de su relación.

Cuando se reencontraron, después de cinco años.
Ava tuvo que contarle todo, el hecho de que tardó tanto en buscarla, de que había perdido la memoria y recordaba vagos fragmentos de su vida antes del orfanato, fragmentos que no sabía si eran reales o era su mente intentando llenar los vacíos.
Fue hasta que se encontró con la madre superiora y recordó que aparecía en sus recuerdos, que pudo recibir la ayuda necesaria para lograr recordar todo. Aparte la doctora Salvius quería saber porque el Halo en su espalda ya no funcionaba.
Reya había dejado bien en claro que no podía removerlo, a menos que quisiera quedarse con ella para siempre. Ava no quería eso, quería regresar. Por lo tanto tuvo que hacer un trato, como el Halo la mantenía viva, decidio quitarle todo el poder, en su mayoría, y dejarle lo mínimo para que pudiera tener una vida normal.
Podría vivir su vida, sin necesidad de pelear. Ava quería saber como afectaría todo en el mundo en general, pero Reya no se lo explico.
Ella tenía un Halo inútil en su espalda, que además le había dejado una cicatriz horrible. Era lo mejor que iba conseguir en ese momento. No tenía intenciones de quedarse del otro lado. Beatrice la estaba esperando, su prioridad siempre fue ella. Lo demás no importaba, incluso si todo se terminaba yendo al demonio.
Ella todavía quería pasar el resto de su vida con Bea, su mejor amiga, su familia, la mujer de su vida y su alma gemela.

En el fondo Ava era consciente de que Beatrice pensaba que todo era un sueño. Podía sentirlo cada noche cuando necesitaba abrazarla, acariciarla incluso aunque estuviera leyendo un libro y era incómodo hacer ambas cosas a la vez, ella todavía lo haría. O cuando Ava cocinaba  la abrazaba por detrás o se quedaba mirándola todo el tiempo, como si esperará que desapareciera.
Le dolía, porque Beatrice la había visto tantas veces cerca de la muerte, que comprendía el hecho de que se sintiera así. Su vida era demasiado normal, incluso para las dos.
Salió de sus pensamientos cuando Bea le dio un beso en la mejilla.
–Cariño, ¿En que piensas?–pregunto mirándola.

Ava le devolvió la mirada, sonrío, le dió un beso en los labios. Bea acaricio su mejilla con delicadeza, siguiendo el beso.
Se apartaron cuando Rina salto al piso, huyendo de la escena cursi de sus madres.
Ambas se rieron.
–A Rina no le gusta vernos cariñosas, siempre huye. –Comentó Ava y volvió a besarla, sintió la sonrisa de Bea contra sus labios.





Al día siguiente Beatrice llegó del trabajo, se encontró con una Ava metida entre libros, con una taza de café en mano y Rina acostada a su lado, haciéndole compañia. Se percató que había limpiado la casa antes. Ava había aprendido hacer las tareas domésticas.
–Me siento como un esposo en este momento.–bromeó Beatrice quitándose el saco.

Ava se río.
–Esposa.–Corrigio bajando el libro para verla a los ojos. –Eres demasiado sexy para ser un esposo.

Se río al escucharla decir eso. Dejó la taza en la mesa y rodeó sus brazos en su cuello antes de besarla.

–Hola Bea Bea–saludo al fin.

Beatrice sonrió. Estaba agotada, preocupada y quería dormir, no obstante Ava hacia que esas cosas no tuvieran sentido en ese instante.
Estaba en casa y no había nada más importante que eso.
–Te amo cariño.–dijo mirándola a los ojos.
Ava sonrió.
–También te amo.

Volvio a besarla y sintió como Rina se frotaba contra su pierna, quería atención también.

–Parece que está empezando a quererte.–Señalo Ava riéndose.

Bea se agacho a su altura y la acarició.
–Al fin te caigo bien.

Ava observo la escena con ternura. Ya no tenía superpoderes otorgado por un Halo Angélico, ya no tenía que pelear por una orden o salvar personas de ser poseídas por demonios, ya no tenía que luchar por su vida y por la de las personas que amaba.
Era la primera vez en mucho tiempo en donde estaba teniendo una vida normal, una vida feliz. Había perdido mucho, pero también ganó una familia y encontró a la persona que hizo que regresara del “cielo” mismo para poder estar junto a ella.




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N/A

¡Hola! ¿Como están?
Esta es la segunda parte, no tenía pensado hacerla desde un principio, pero KTY dio material para hacer otra parte🤭 y quise intentarlo.
Espero les haya gustado. Gracias por sus lecturas, votos y comentarios.
No se olviden de seguir utilizando #SaveWarriorNun en Twitter.

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