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Último año

—¿Le dijiste, hyung?

Levanto cuidadosamente la cabeza mientras Jeongin me mira, el asombro está escrito por todo su semblante serio. Abro mis labios, momentáneamente reflexiono sobre que decir antes de, finalmente encoger mis hombros.

Jeongin instantáneamente se funde en un severo ceño fruncido y recita —Minho hyung, dijiste que lo harías, ¿por qué no lo hiciste?

—Pensé que era lo mejor— contesto, tomando asiento junto a él en los bancos de la escuela. Los restos del tacto de Seungmin y su cálida sonrisa persisten en lo más profundo de mis entrañas. No me atreví a decir las palabras a pesar de que me había hecho la idea por milésima vez. —¿De qué sirve decírselo?— exhalo con fuerza, tratando de no dejar que el peso se aplaste sobre mis hombros. —No es como si necesitara saberlo.

—No es por él— se agita con frustración, mirándome a los ojos. —Es por ti, hyung, ya hemos pasado por esto.

—Y yo dije que estaré bien— digo, con un sutil fastidio subrayando mi tono. En momentos como este, desearía que Jeongin no se entrometiera en mi confesión con tanta insistencia. Me había arrinconado ese día y me exigió que le explicara por qué estaba huyendo de Seungmin como si fuera la mayor atrocidad que jamás había conocido, a pesar del hecho de haber pasado todo el mes preocupándome por su regalo de cumpleaños.

—En serio, ¿qué saco con decirle? Es básicamente un callejón sin salida ir por ese camino— estallo, queriendo dejar todo el problema detrás de mí. Es mejor dejarlo ir. No es como si Seungmin fuera a tomar bien si le confieso que de alguna manera, estúpidamente llegó a gustarme más que un amigo.

¿Cuándo comenzó? ¿Fue cuando él era estudiante de primer año y sentí mi corazón acelerarse, viendo cómo se negó a probarse la ropa conmigo? Tal vez fue cuando era estudiante de segundo año y yo odiaba la forma en la que caminaba, como si tuviera tanto miedo de ocupar el espacio a mi lado. Sabía que algo estaba absolutamente mal al principio del año, cuando mi garganta se secó, observándolo como despertaba de su sueño y sus delgadas piernas se enroscaban junto a mis sábanas.

Esa noche, cuando estaba en mis brazos, mientras yo observaba cómo sus ojos se cerraban y su respiración se nivelaba, yo... quería besarlo. No en la mejilla, como había hecho para demostrarle que no era nada de lo que creía el por qué lo estaba evitando, sino en los labios. Quería besarlo hasta que llegara el amanecer y respirar en él hasta que no tuviera nada que inhalar más que a mí.

¿Cuándo fue, realmente? No creo que quiera saber cuándo empecé a anhelar a Seungmin de otra manera.

Jeongin aprieta los puños y se reclina en el asiento, la exasperación emana de su expresión disgustada. —¿La manera en la que estás actuando ahora, es mejor, hyung? Todo lo que haces es huir de él. No sólo estás haciendo las cosas difíciles para ti, sino que también estás lastimando a Seungmin hyung y él no se lo merece. No va a odiarte— la voz de Jeongin se suaviza. —Ya has dicho que él estaba bien con este tipo de cosas, Seungmin hyung te ama tanto; No va a pensar que eres repugnante.

—¿Cómo lo sabes?— estallo, el enojo trepa sobre mis amargas silabas. —Él podría haber dicho eso sin sentirlo— antes de que pueda alzar una protesta, lo corto bruscamente. —No es tan fácil como crees, Jeongin.

Nos sumergimos en un silencio prolongado mientras cierro mis ojos, inclinándome en la fatiga. Todavía tengo tres ensayos que terminar hoy y ya es suficiente que tenga que lidiar con mis malditos sentimientos. No necesito a Jeongin en mis asuntos.

Es estúpido. Maldición, es estúpido. ¿Cómo demonios incluso me llegó a gustar Seungmin? Es patético que incluso me haga esta pregunta cuando prácticamente todo sobre él tiene mis dedos temblando. Me encanta la forma en que sonríe. Me encantan las pequeñas arrugas que se forman por sus ojos cada vez que se ríe.

𖦞 𝗁𝗂𝖽𝖾 𝖺𝗇𝖽 𝗌𝖾𝖾𝗄 𖥧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora