Prólogo.

4 2 0
                                    


"Solo en la persona más bondadosa puede nacer el monstruo más despiadado"

Las calles de la ciudad siempre permanecían calmadas en su totalidad, pacificas hasta el punto de ser peligrosamente solitarias.

La noche le bridaba una fría bienvenida que se calaba por sus huesos haciéndole temblar, en el cielo no se hallaba rastro de la luna o las estrellas, era como ver a la nada, caminaba a oscuras hasta su casa por el desolado camino con una extraña sensación en su pecho, era como un sentido oculto que le gritaba en la cara "peligro". Talvez solo era un instinto primate que le obligaba a sentir miedo, debía sentirlo, después de todo no estaba del todo a salvo.

En su mano derecha portaba un hermoso reloj de madera, barato más que nada, pero su servicio bastaba, no pasaban mas de las diez de la noche, pero el sentimiento tan espeso no lo abandonaba. El el vidrio del reloj, se hallaba reflejada la luz de su vida, "La Luna" en su mayor esplendor, tan hermosa como siempre.

Durante lo restante del camino noto la poca iluminación de las casas de la calle, parecía ser un pueblo fantasma, no hallaba señal alguna de vida, tan solo la vida que emanaba la luz de la luna llena, le extraño no ver su casa iluminada, no emitía ningún sonido, ni los habituales gritos de sus padres peleando, nada en absoluto.

Estando enfrente, se quedó unos segundo observando la puerta de su casa, como si alguien pudiera salir a darle la bienvenida.

A pasos lentos se acercó y usó una llave de repuesto que usaba  normalmente para entrar a su casa después de las clases. Introdujo la llave silenciosamente, talvez ya todos dormían y no quería problemas al despertarlos sin querer. Cuando iba a girar la llave, la puerta se abrió por si misma.

"Esto no me gusta nada"

La puerta rechinó en un escalofriante ruido, como el de una película de terror. Cautelosamente reviso el interior de su casa con su vista, indispuesto a entrar, aunque no logró demasiado por la espesa oscuridad.

Sus sentidos se  agudizaron en seguida. Esto no esta nada bien.

"Corre"

Todo su cuerpo tembló al instante, sin haberse equivocado de su mal presentimiento corrió lo mas rápido que pudo al instante, sintiendo adrenalina en todo su ser, observó apenas unas siluetas entre la espesa oscuridad escoltando unos cuerpos hacia el segundo nivel de la casa y eso fue suficiente para que reaccionara.

 Sus piernas se movían lo mas rápido que se le permitía, su respiración era muy agitada, pero apenas se atrevía a emitir algún sonido. Su mente era un total caos emocional, no se permitía pensar con amena claridad. Las figuras detrás de él se movían rápidamente, como perros hambrientos tras su presa.

Las suelas se sus zapatos chocaban fuertemente y obligaba a su cuerpo cada vez ir mas rápido.

"Corre, corre, corre"

Detrás de él sonaron varios disparos, casi todos los tiros rozando su piel.

Hasta que de pronto se sintió demasiado cansado como para  seguir con aquella velocidad constante. Las figuras tras de él parecían detenerse, sin embargo él no se rendiría fácilmente.

El dolor de una bala punzando contra su brazo lo hizo tambalearse y quejarse dolorosamente.

Si saber hasta donde había llegado, se encontró perdido, solo, en una carretera y a su alrededor yacían solo el espesor de los árboles en su resplandor nocturno.

"Voy a morir"

La persecución llegó a su fin, ya nadie iba tras de él, sin embargo moriría desangrándose a mitad de la calle, sin nadie, sin familia, sin nada...

Calló duramente sobre el asfalto, faltándole la respiración y sangre en todo su cuerpo, su cuerpo descansado de cansancio al creciente chanco de carmín.

Y como si fuera su esperanza...

Se encontró con la luna llena, sin ninguna nube cubriendo su belleza. Tan brillante y en su punto dulce.

¿Hace cuánto tiempo no le observaba?
Cuanta paz le daba. Por fin, un poco de luz en su vida.

Cuánto daría por unos segundos más para observar a su amor secreto, aquel al que admiraba en secreto, tan hermosa compañía por las noches.

—Dame otra oportunidad, para vengarme —.

Dijo en un susurro con sus ultimas fuerzas, suplicante y cansado de siempre ser victima, observando fijamente a la luz que poco a poco se apagaba. Sus párpados no soportaban más hasta que quedó todo a oscuras completamente.

Claro que te vengarás... 




"CHAOS" | EL CAOS DEL MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora