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9:25am. Avanzaba a pasos cansados por la misma ruta de siempre rumbo a su trabajo, esta vez decidió no tomar transporte y caminar, viendo el vaho que salía de entre sus labios con cada agitada respiración daba, le gustaba el frío y la cómoda ropa de invierno que le abrigaba, desde sus gorros que cubrian hasta las orejas, hasta los botines que abrigaban sus pies.
Usualmente prefería ir a su oficio en algún colectivo para evitar cualquier atraso y eran pocas las veces que realizaba aquel recorrido a pie, entre otras razones, no se sentia del todo cómodo en las calles durante el día; ya por la salida disfrutaba el recorrido más silencioso que le ofrecian aquellas ajetreadas calles de Seúl.

Pero si tanto prefería andar por las noches esos lares ¿qué hacia ahí? La respuesta es simple, pues cierta floreria se encontraba de paso y la probabilidad de ver a aquel pequeño crush que tenía en ella hacía que sus pies avanzaran por su cuenta decidiendo que hoy finalmente le dirigiría la palabra a aquel encantador desconocido.

Aunque al momento en que finalmente se encontró frente al negocio, aquel sentimiento que se formaba en su cuerpo se desvaneció al estar frente al pequeño cartel de cerrado y ver que aún se encontraba su regalo de la noche anterior intacto en la puerta; cierto, no tenía ni la menor idea del horario del local.

—Es muy temprano... quizá ni siquiera tiene turno por las mañanas, obvio— se reprochó en un murmullo, pues cierto era que todos los vistazos que tuvo del lugar fueron siempre por las tardes y no podría saber si el moreno estuviese ahí todo el día.

Se alzó de hombros, suspiró y levanto la cabeza para continuar su camino.
Aunque apenas levantó su mirada detuvo sus movimientos al ver la figura del pelinegro bajando de una bicicleta, acomodándose una bufanda café que abrigaba su cuello y parte de su rostro para luego buscar algo en su bolsillo.

Quedó estático al momento en que el contrario fijó su mirada en el y sintió un cosquilleo en las mejillas, haciendo que volteara la mirada hacia otro lado finjiendo retomar su camino. ¿Qué le diria?¿Qué hacia fuera de su lugar  de trabajo? Seguro le parecería un completo raro.

—Lo siento, abrimos a las diez... ¿Puedo ayudarte en algo?—Una hermosa sonrisa de cortesía se formo en el moreno y Yoongi no pudo evitar observar los encantadores hoyuelos que aparecian a cada lado de sus labios logrando que sus orejas se tornaran de un curioso tono carmesí rápidamente. Cierto, trabaja acá, obviamente creyó que eres un cliente, pensó. Se alivio inmediatamente, solía pensar demasiado rapido las cosas en instancias incómodas para él.

Lamentablemente aquel corto relajo no duró mucho para el pálido cuando recordó que la flor que él mismo había dejado en el lugar seguía ahí, peor aún, la persona a la que estaba destinada estaba frente a él en ese momento. Comenzó a jugar con sus manos nerviosamente cuando los ojos ajenos se alejaban de su persona para sacar de su bolsillo un par de llaves.

—¡Solo pasaba por aquí!—Habló apresurado— ¡ten un buen día!—Temía de lo que ocurriría si el contrario viese el regalo y se diera cuenta de que era de su parte, aún no se sentía preparado pese a que iba con intenciones de hablarle, así que rapídamente decidió escabullirse de la mirada del más alto y desapareció del lugar tan rápido como había llegado.

Ya estando a salvo a unas cuantas cuadras del lugar y a punto de llegar a su trabajo, se relajo soltando un pesado suspiro; eso había salido peor de lo que pensó, ¿Cómo iría otra vez al lugar luego de eso? Ya no sabía cómo dar la cara por la noche, pues planeaba nuevamente visitar el lugar, pero si el otro lograba darse cuenta de su presencia y relación con los regalos, no podría ni pararse frente a él.

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°Gardenias。[NAMGI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora