"Polo Norte"

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La tenue luz amarillenta que emitían los faroles que se encontraban en el balcón iluminaban levemente la habitación a través de los grandes ventanales.

Marinette abrió lentamente los ojos y se sentó sobre la enorme cama donde hace tan solo apenas unos instantes había disfrutado de la más grandiosa siesta, tan grandiosa que había dormido toda la tarde. A través de los cristales se pudo percatar de que ya había anochecido, la bella ciudad de París le mostraba un hermoso paisaje nocturno. Se desperezó estirando los brazos por encima de su cabeza soltando un bostezo.

Quitó de sus piernas la manta rosada con la que había sido cubierta sin darse cuenta mientras dormía, con delicadeza se deslizó hasta la orilla de la cama y metió sus pies dentro de sus calientitas pantuflas. Arregló la cama, doblo la manta que con la que estaba cubierta y salió de la habitación sin encender la luz.

—¡¡Así no es Plagg!!— se escuchaba la voz alterada de Adrien regañando a su Kwami que parecía provenir de la cocina.

Un ceño fruncido apareció en la azabache ante la curiosidad de saber que es lo que estaba haciendo ese par.

—¡¡Porsupuesto que lo es!!— replicó en el mismo tono que su portador el pequeño ser.

La fémina avanzó por la gran sala de estar del departamento que compartía con Adrien desde que se habían casado, alentó sus pasos cuando se encontraba cerca de la puerta donde provenía la discusión, sigilosamente abrió y entró con mucho cuidado para no ser percibida.

Una vez adentro, Marinette no podía creer lo que veía, sobre la barra había un enorme desastre, huevos quebrados, harina esparcida hasta el suelo, una enorme torre de trastes en el fregadero y manchas en múltiples lados de lo que parecía ser una mezcla para hornear pan.

—¡¡Plagg!!— volvió a regañarlo Adrien aún con más molestia —No puedes comerte los ingredientes y la mezcla, si continúas así jamás terminaremos el panqué.

Adrien y el Kwami de la destrucción permanecían de espaldas por lo que aún no se percataban de la presencia de la Dupain, ella aclaró su garganta un par de veces para hacerse notar.

Adrien se congeló al instante, de forma robótica se giró para encontrarse con su esposa cruzada de brazos y las cejas alzadas cómo preguntando que es lo que había ocurrido allí.

—Ho-Hola, mi Lady, ¿tan pronto despertaste?— saludó el ojiverde riendo nervioso, sosteniendo el tazón mediano donde estaba mezclando harina con huevos.

¿Tan pronto?, ¿en serio se le había ocurrido preguntarle eso?, definitivamente estaba nervioso porque ella había dormido mucho, toda la tarde para ser más específicos.

El Agreste estaba igual o más sucio que la cocina, tenía múltiples pedazos de cascarón sobre el cabello así como clara de huevo embarrada, su rostro estaba salpicado de la misma mezcla que estaba preparando y de harina, el mandil rosa que lo cubría se encontraba completamente sucio; a su lado levitaba un Plagg sosteniendo una cuchara de madera, el Kwami estaba cubierto con manchas blancas y en la cabeza portaba un mini gorrito de chef que ella misma le había obsequiado hace tiempo.

La azabache intentó conservar su postura de molestia al ver semejante desastre, pero al ver la escena solo atinó a cubrirse la boca para no reír tan fuerte como quería —¿Que rayos están haciendo ustedes dos?— preguntó sin responder al saludo al rubio, tosiendo para calmar la risa que aún se asomaba en su garganta mientras caminaba hasta su esposo.

—Ehhh... pues— se rascaba la cabeza nervioso — Estábamos tratando de hornear algo para ti— Argumentó con las mejillas rojas —Pero no salió bien, somos un fiasco en la cocina Plagg y yo— desanimado recorrió con la mirada el desastre que había hecho junto a Plagg solo por intentar hacer un panqué.

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