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Nunca fui una persona que pensara con claridad. Por supuesto que no. Mi madre solía decirme que meditar mucho las cosas podía hacer que saliera todo mal, pero también que sería un error tomar la primera opción sin consultar.
Mucha ayuda no era, al menos no cuando de mis pensamientos caóticos y desesperados se trataba, y… de los más simples también, como cuando iba al cine y dos superofertas se me presentaban. Pensar mucho no estaría bien, según mi madre, pero elegir al instante, uhm…, tampoco. Así que al final terminaría eligiendo un vaso grande de refresco y una cubeta mediana de palomitas clásicas junto con una barra de chocolate. A menos que Kai, mi mejor amigo desde hacía un par de años, estuviera conmigo para salvarme de esa terrible decisión.

Me gustaba más usar el apellido materno. En el instituto, todos los profesores me llamaban por ese y se lo agradecía tanto.

Tenía un serio problema con asistir a las primeras clases, esas que se iniciaban a la siete de la mañana, y llegaba con el cabello desordenado o la marca de la almohada todavía en mi mejilla. Casi nunca oía la alarma y cuando despertaba solo uno de mis dos ojos se entreabría, alentando a que el otro lo hiciera también. Si mi madre entraba a su trabajo temprano, podía llamarlo salvación, pues de esa forma era ella quien me llevaba hasta la puerta del campus, porque para llegar hasta el establecimiento se necesitaba tomar dos autobuses. El instituto se encontraba a las afueras de la ciudad, cerca de la carretera, donde los tráileres y camiones desobedecían las señales. A pesar de que existiera el gran letrero de la velocidad requerida, del peatón y de que había una comunidad estudiantil, ellos parecían ser libres, sin ningún tipo de señalización.
Habíamos hecho huelga para que se cambiara la ubicación hacía unos meses.
No obtuvimos respuesta.

También odiaba su programa educativo,
Estudiaba el último año en el campus y aún no tenía planeado en qué universidad presentaría examen. Estaba segura de querer estudiar Artes escénicas o mejor dicho danza, soñaba con ser un gran bailarín; había tenido debates con mi madre acerca de las licenciaturas, desde las que mejor pagaban hasta las que casi desaparecerían en un tiempo.

Mi plan de vida no era el mejor, pero tampoco el peor. Quería estudiar, graduarme, ser reconocido y vivir una pequeña caso con un gato, sí el mejor plan de vida

De esa manera se movía mi vida quejumbrosa, pero siendo este el último año me propuse no llegar tarde a las primeras clases, sobre todo a la del profesor Lee, ni con el cabello alborotado, ni con la marca de la almohada, ni mucho menos con una mancha de pasta dental en mi camisa, pero fue ese mismo último año cuando mi perspectiva de la vida cambió cuando lo conocí a él: Min Yoongi

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⏰ Última actualización: May 08, 2023 ⏰

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Boulevard ~ YmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora