Pedazo de pastel

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—¡Buenos días!

Una animada Mitsuri se presenta ante su grupo de amigos con su normal alegría.

—Oh, Mitsuuuu-

La animada Shinobu, que miraba su celular con notable aburrimiento es la primera en saludarla.

—¿¡Qué te pasó!?

Y la primera en gritar.

—Jeje... me broncee un poco.

—Pero-, pero...

Con sus manos temblando, Shinobu se acerca a la de pelo rosado.

—¿Por qué lo hiciste?

La hermana mayor de Shinobu, Kanae también se levanta de su puesto y se acerca más a Mitsuri.

—Bueno... con mi familia fuimos a la playa, así que me broncee.

—Estás linda.

La única chica que se mantenía sentada, habla.

—¿Lo dices enserio, Satoko?

—Claro, ver a Mitsuri-chan distinta es bonito ¿no? Por el contraste y eso.

—Pues, si lo dices así...

Shinobu parecía la más reacia a aceptar el nuevo tono de piel de su amiga pelirrosa.

Ese día habían sido invitadas por Mitsuri a comer en la pastelería de siempre, disque para recibir alguna noticia, solo para ser sorprendidas por el nuevo look de su amiga.

Luego de algunos momentos de caos, todas terminaron aceptando la elección de Mitsuri, sin saber realmente cuál había sido su motivo para el cambio tan radical.

[ . . . ]

—¿Te gustan las chicas bronceadas?

Mitsuri detiene su mano que estaba próxima a abrir la puerta del salón, solo para escuchar qué era lo que hablaban por dentro.

—No se ven mal ¿no?

—Bueno... creía que eres de los que no les importa cómo se vean.

—En secundaria se enamoró de una chuunibyou.

—Cállate.

El trío de amigos estaban hablando algún tema random, al parecer.

Random para todos, menos para la espía encubierto escondida espiando.

«A Iguro-san le gustan las bronceadas». Creyó Mitsuri.

Y aprovechando el viaje familiar a la playa, se bronceó.

Tras volver probó las reacciones de sus amigas, y aunque Shinobu fue muy reacia, las demás aceptaron rápidamente, así que todo iba bien.

Suspiró.

Tomó el teléfono.

Llamó.

—Hola. ¿Me necesitas?

Cuando escucha el rápido saludo y ofrecimiento de Iguro, se congela.

No era la primera vez que lo llamaba, tampoco la primera que le pediría pasar un tiempo juntos (sería la segunda de ambas), mas aún así se sentía muy nerviosa.

—I-, Iguro-san, buenas tardes.

—Buenas tardes.

—Eh... ¿cómo has estado?

Empezó a dar rodeos.

—Bastante bien ¿y tú?

—S-, Sí... bien.

Pedazo de pastel - ObaMitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora