Yo quiero tu vida

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Yo quiero tu vida



Harry sentía que echaba lumbre por las orejas, y no era debido a ninguna golosina de honey dukes, no, ¡tan sólo quería matar a alguien!

Entró directo hasta la habitación al final del pasillo, abrió sin tocar y vio en la cama a Severus Snape, leyendo tranquilamente, y así, con la misma tranquilidad, siguió leyendo sin hacer caso de la ruidosa presencia.


— Siempre he sabido que los modales no son lo tuyo, Potter, pero al cabo de tres meses viviendo en la misma casa, por lo menos deberías de haber aprendido a respetar el espacio ajeno. —susurró dándole vuelta a la página.


Harry frunció el ceño, conteniéndose de quitar el cuadro que estaba en la pared y arrojarlo en la cabeza de su ex profesor. 


La guerra había terminado hacía tres meses exactos, y lo que nunca pensó es que comenzaría otra guerra para él: vivir con Severus Snape, la razón estaba en otra habitación cercana, y fue por ello que se obligó a no gritar, de esa forma Remus no se enteraría de lo mal que se llevaba con el ojinegro.


No quería darle más problemas al licántropo. En todo ese tiempo había tenido que mantenerse en su habitación, víctima de las lesiones sufridas durante la última batalla. Remus había tenido que sufrir muchas maldiciones en una tortura impuesta por el mismo Voldemort. Ahora Harry no quería dejarle solo, y le cuidaba todo lo que podía mientras llegaba la curación total, aunque los medimagos no daban muchas esperanzas ya que el licántropo sufría además de una profunda depresión.


Severus también estaba ahí por Remus, por la promesa que le hizo a su mejor amigo Lucius al momento en que éste muriera salvando al licántropo. Prometió cuidarlo y así sería, aunque para eso había tenido que mudarse con quien menos esperaba... Harry Potter y Remus Lupin.


— Creo que usted debería cuidarse de morder su venenosa lengua. —gruñó Harry cerrando la puerta con cuidado para no hacer más ruido—. ¿Por qué demonios le dijo a Randall que yo tenía novia y me iba a casar pronto?

— ¿Yo le dije eso? —preguntó dejando a un lado su libro para mirar a Harry con sobrada burla—. Bueno, eso creí... como se la pasa de resbaloso con la Weasley.

— ¡Ginny no es mi novia, no ando de resbaloso y no es algo que a usted le importe!

— Bien, si no quiere malos entendidos, entonces cuide su comportamiento... por esta vez le perdono que me haya involucrado en sus ridículos asuntos sentimentales, pero le advierto que no le permitiré que se repita.


Harry sentía que la mandíbula le caía al piso ante tanta desvergüenza. Ya no quiso discutir más, era como hablar con la pared. Salió de la habitación con rumbo a la cocina, le hacía falta un buen té relajante. En el camino vio la puerta de la recámara de Remus, se sintió mal por haber llegado directo con Snape y no ir a visitar a su amigo, así que decidió corregir su error, el té podía esperar.


— Hola, Remus... ¿cómo te sientes? —le saludó luego de entrar y sentarse junto a la cama de su amigo.

— Mejor, Harry, gracias. —respondió sonriendo, aunque Harry podía notar la tristeza en el fondo de sus ojos—. ¿Cómo te fue en tu cita?

— No hablemos de eso... ¿quieres algo de comer? ¿Snape ya te preparó algo?

— Sí, Harry, no te preocupes, comimos juntos hace rato. El pobre hace un gran esfuerzo, no debería estar aquí, es su fin de semana libre y bien podría quedarse descansando.

— ¡Que va! Si está descansando ahora, además tiene demasiado tiempo libre para meter su narizota donde no debe.

— ¿Estás molesto con él?... ¿Y ahora qué pasó?

Yo quiero tu vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora