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𝖨 𝖺𝗂𝗇'𝗍 𝗀𝗈𝗍 𝗆𝗒 𝖾𝗒𝖾 𝗈𝗇 𝗒𝗈𝗎,
𝖠𝗂𝗇'𝗍 𝖻𝖾𝖾𝗇 𝗁𝗒𝗉𝗇𝗈𝗍𝗂𝗓𝖾𝖽 𝖻𝗒 𝗒𝗈𝗎. 𝄒
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Kyoko era ahora el nuevo objetivo de los militares. Recién llegada a la playa y con a penas idea sobre los juegos y el mundo al que había llegado, era un blanco fácil para Aguni y sus compañeros. Digamos que, en cierto modo, estaban descubriendo sus cualidades. Aunque lo único que les importaba era lo útil que podría llegar a serles en un futuro.
Tras haber sido secuestrada, comprendió un poco más de qué iba todo aquello, no sólo las reglas y el funcionamiento de la playa, sino que también resolvió sus dudas sobre las cartas de póker y los macabros juegos. La pelinegra había salido victoriosa de un 4 de diamantes y un 3 de tréboles. En el primero, tuvo la ventaja de ser capaz de analizar a las personas por la carrera de psicología que cursaba antes de llegar al borderland, así que le resultó más fácil de lo que pensó en un primer momento. A su vez, también sacó partido a los ejercicios de relajación que le enseñaron en la universidad; sin embargo, su mente aún no se recuperaba al completo de las muertes presenciadas en el enorme edificio de oficinas. Por otro lado, debo de admitir que en el segundo juego sobrevivió gracias a sus compañeros. Habían pasado algunos días, su visa ahora mostraba el número 2.
La playa no era el lugar más acogedor, y a pesar de que no estaba sola, así se sentía. No conocía a absolutamente nadie más que a los que dirigían el lugar, y porque fue obligada a ello. Y sobre el resto... Bueno, vivían en su propio mundo, evadiéndose de la realidad gracias al exceso de drogas, alcohol y sexo. Tampoco podía culpables, si no fuera porque Kyoko aún estaba segura de que todo aquello era un sueño, probablemente hubiera caído.
Lo único bueno que pudo sacar de la constante fiesta en la que vivían, fue una cajetilla de tabaco. No eran Marlboros, pero se conformaba con ello. Sólo le faltaba el mechero.
Así mismo, se levantó de la hamaca en la que descansaba, dándose una vuelta por el lugar. La búsqueda del mechero fue complicada, la mayoría hacían caso omiso a su petición. Fue cuando, a lo lejos, observó a una muchacha en un bikini azul floreado y con rastas en el pelo, que sujetaba un cigarro con la boca. A su vera había lo que parecía ser un muchacho, pero no le pudo ver la cara puesto que la tapaba la capucha de su chaqueta.
