Prólogo

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"Nadie nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos momentos".

-Mario Benedetti-

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Levi se mantenía a una distancia considerable de la cama en la cual reposaba Mikasa, mientras sus hijos y nietos pasaban para despedirse de su madre y abuela, respectivamente. Sus tres nietos se encontraban a los pies de su abuela; mientras que sus tres hijos se mantenían a ambos costados de su madre, abrazándola y diciéndole lo mucho que la amaban.

— Papá,— lo llamó Astrid.— Mamá quiere hablar contigo, los dejaremos solos.

Levi asintió y vio cómo cada miembro de su familia se despedía de la matriarca Ackerman. Una vez solos, Mikasa buscó la mirada de su esposo y lo invitó a recostarse a su lado, a lo que él no se opuso.

— Por favor, no digas nada.— Murmuró el ojizarco.— No trates de despedirte.

— Lo siento,— se disculpó Mikasa.— No queda mucho tiempo... no quiero irme sin decirte lo que significas para mí.

— No tienes que decir nada, yo sé lo que significo para ti.— Levi acunó el rostro de su esposa, acariciando con ternura el cabello que en antaño era negro como el carbón y ahora era una combinación de negro y gris.— Lo sé porque es lo mismo que yo siento por ti. Pero si te despides... significa que es un adiós.

— Perdóname Levi, quisiera ser más fuerte y así quedarme contigo, pero ya no puedo.— Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero no dejó salir ninguna.

El ojizarco sabía de primera mano todo lo que había sufrido por esa enfermedad, pero el dolor de saber que ya no estaría con él es desgarrador, ¿cómo dejar ir a quien más amaba? Treinta y dos años de casados no eran suficientes, pero el ángel de la muerte se encontraba esperando por su amada y él no podía hacer nada.

Cáncer

Ese era el nombre de la enfermedad que le arrebataba a su alma gemela, lo habían descubierto en una etapa muy tardía, además de ser una enfermedad muy poco estudiada, por ende, no había un tratamiento que fuera lo suficientemente efectivo.

— No quiero perderte... Por favor, no te vayas. Buscaré a los mejores doctores del mundo, haré lo que sea, pero por favor... quédate conmigo. A-ún, aún hay muchas cosas que tenemos que vivir...

— Levi... Quiero que hagas algo por mi.— Lo interrumpió. Verlo en ese estado oprimía su corazón y más al saber que la causa de su dolor era ella.

— Haría lo que fuera por ti.

— Quiero que me prometas que cuando muera seguirás disfrutando de la vida, quiero que seas fuerte y no mueras junto a mi, saber que soy la causa de tu tristeza me rompe el corazón. 

— ¿Cómo me pides que sea fuerte si te perderé?,— su voz sonó entrecortada debido al llanto retenido.— ¿Cómo quieres que sea feliz si te irás?

— No tengo miedo a morir,— comentó Mikasa.— Solo temo que dejes de vivir cuando me vaya, sé al inició será muy difícil, pero por favor, no mueras conmigo. Yo seguiré viviendo en nuestros hijos y sobre todo en tu corazón, porque aunque no me veas  es ahí dónde seguiré viviendo.  ¿Puedes prometerlo? Solo quiero que vivas y seas feliz.

Mikasa se había despedido de sus hijos, sabía que el tiempo se acababa, el dolor cada vez era más intenso y solo necesitaba escuchar que Levi estaría bien. No quería dejarlo, pero no era algo que pudiera controlar, solo aceptar. Y antes de irse quería asegurarse que todos sus seres queridos estuvieran bien cuando ella partiera.

Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora