Encuentro

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Capítulo I

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Ser médico no era sencillo, Levi lo supo desde el momento en que decidió entrar a la carrera y lo confirmó cuando realizó su internado en el hospital María— en el cual terminó trabajando y posteriormente obtuvo el cargo de jefe de cirugías—, pero después de un turno de 36 horas, lo único que deseaba era despejar su mente del trabajo. A pesar del cansancio, decidió regresar a casa caminando, de igual manera su apartamento no estaba muy lejos.

Observaba las calles casi vacías del centro de la ciudad, a las diez de la noche de un lunes era raro ver a muchas personas en la calle, por lo tanto el estrellarse contra otra persona y sentir un liquido caliente traspasar su camisa, no lo ponía de mejor humor.

— ¡Idiota!— exclamó el ojizarco.— ¡Fíjate por donde caminas! Mi camisa está arruinada.

— ¡Lo lamento tanto!— se disculpó la desconocida y al escuchar su voz sintió que todo a su alrededor dejó de importar.

El corazón del azabache se aceleró al ver a la pelinegra frente a él, su cara le era tan familiar, pero estaba seguro de no conocerla, de ser así la recordaría, tenía los ojos más bellos que haya visto en su vida, estaba seguro que recordaría esos ojos del color de la luna.

— Estaba distraída y no me percaté de su presencia. Aunque si usted hubiera estado pendiente de ver por dónde caminaba, no hubiéramos chocado,— le reprochó.— Por favor, permítame pagarle la tintorería, ¿acepta?

— Claro,— murmuró.— ¿Cuál es tu nombre?

— Mikasa Ackerman,— respondió y sonrió al notar la coincidencia en sus apellidos.— ¿Y el tuyo?

— Levi Ackerman,— contestó después de unos segundos.— Es un gusto, Mikasa.

— Igualmente... ¿Te parece vernos mañana? Hay una lavandería a tres cuadras de aquí y estoy segura que lograrán desaparecer esa mancha.

— Sí,— afirmó.— ¿A las 8:00 a.m. está bien para ti?

— Está bien... Entonces te veo mañana, Levi.

— Hasta mañana, Mikasa.

Ambos azabaches se despidieron y retomaron su camino. Mientras Levi recorría las últimas calles a su departamento, se preguntaba si Mikasa también había sentido lo mismo que él, sí también estaba tan ansiosa por verlo como él lo estaba. Los latidos acelerados de su corazón le impidieron ver el el sonrojo en el rostro de la pelinegra, no había sido el único que sintió que el tiempo se había detenido.

 Los latidos acelerados de su corazón le impidieron ver el el sonrojo en el rostro de la pelinegra, no había sido el único que sintió que el tiempo se había detenido

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Levi se despertó cuando los primeros rayos del sol entraron por su ventana, la emoción por volver a ver a Mikasa borró el rastro de cansancio de su cuerpo. Nunca se había sentido así por ninguna mujer, se sentía como un adolescente emocionado por su primera cita y aquella ni siquiera podía considerarse como una. Aún así se vistió como si fuera a una— engañándose a si mismo alegando que después iría directo al hospital—, terminó de vestirse con un traje gris en conjunto con una camisa celeste, se colocó un poco de colonia y se dirigió a su encuentro con Mikasa.

Amor EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora