El comienzo

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¡Rápido, entremos antes de que se larguen los malditos!.

El sonido de las alarmas era realmente escandaloso, todas aquellas luces rojas parpadeando y los gritos que venían de fuera de esa enorme fábrica los estaba aturdiendo demasiado y aquellos hombres que corrían esperando encontrar una escapatoria a tan repentino percance. Mientras los policías se encontraban intentando derribar algunas de las tantas entradas e iban armados hasta los codos el trío que intentaba escapar se queda cada vez menos de lograrlo.

— ¿¡Quién fue el imbécil que nos traicionó!?. —dijo el castaño, pues el lugar estaba demasiado escondido como para ser visto por cualquiera.

— Cierra la puta boca, lo importante ahora es salir de este maldito lugar.

Llegaron a una pequeña bodega en donde el más alto lanzó un pequeño baúl dejando ver una entrada a lo que parecía ser un túnel, los tres entraron y se deslizaron unos cuantos metros antes de llegar al subsuelo, rápidamente corrieron por aquel pasadizo y al llegar a un punto en donde había cuatro salidas que, al parecer, solo el pelinegro sabía ya que al empujar un pequeño ladrillo estás se abrieron y por lo tanto decidieron separarse para ser más "fácil" el escape… ¿Qué podría salir mal?. 

El pelinegro llegó hasta el fin del túnel y subiendo por la escaleras pegadas a la pared pudo alcanzar la pequeña puerta de madera, la golpeó un par de veces hasta que se quitó el seguro y finalmente pudo levantarla, podía ver la luz de la luna golpeando los árboles de aquel bosque.

Sintio un poco de alivio.

— ¡QUÉDATE QUIETO Y SAL LENTAMENTE! —la fuerte luz de todas las lámparas que apuntaban hacia el casi lo dejaron ciego y todas aquellas armas apuntando a su persona solo le decían algo… estaba rodeado, había más de treinta policías esperando a que el hombre llegara y saliera por el agujero. Con simpleza salió lentamente y estaba demasiado tranquilo como para tener un escenario así, era muy extraño.

— Quítate la máscara y revela tu rostro desgraciado. —ordenó.

Con calma aquel hombre guío sus manos hacia su rostro y retiro la tétrica máscara de conejo que tenía encima, dejando ver el rostro de alguien que definitivamente es la pesadilla de muchos y la mayoría de policías que lo rodeaban sintieron un escalofrío rodearlos de pies a cabeza pues el pelinegro se mantuvo en calma y con una sonrisa tan diabólica que daba miedo… realmente parecía un desquiciado.

Pero a todo esto… ¿Por qué si sabía que probablemente en la única salida conocida por todos lo atraparían se fue por ahí? Demasiado curioso, pero tal vez él tenía en mente algo que los demás no, algo que sería una pieza clave para salvar a sus compañeros y encontrar a la rata que decidió traicionarlos.

𝚃𝙾𝙺𝙸𝙾 𝙺𝙸𝙻𝙻𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora