Desde que tenía memoria, la música era su centro de atención. Nunca desarrolló una afinidad con nada ni nadie que no fuera la música. Cada vez que tocaba su bajo lo sentía como una extensión de sí misma, como un mejor amigo eterno e inseparable.
Su nombre era Ryo Yamada, la chica amante de la música como nadie más.
Con su semblante frío se movía de un lado a otro, teniendo a su espalda su complemento, el bajo guardado en un estuche común del color carbón.
Ella lo sabía, dada su expresión y su forma desinteresada al hablar muchos la catalogaron como la típica chica cool. Su ego estaba contento con eso.
- Buenos días - Saludó sin una pizca de emoción, la chica frente a ella, que mantenía las cejas fruncidas, no le dijo nada. Aquella a quién saludaba era nada más y nada menos que la dueña del lugar, de no ser así, ni se hubiese molestado en gastar aliento.
Esa mujer era de cierta forma similar, no en lo físico, de ser así, era todo lo contrario; cabellera dorada, ojos marrones y piel rosada. Se comparaba con ella por una simple razón: Ambas amaban la música con todo su ser, eso lo notaba Ryo cuando veía el Starry, lugar donde su banda tocaba y, donde acababa de pasar.
Mientras se ponía en marcha miró fugaz a la mayor, internamente sonrió y se adentró al lugar, donde abundaban los altavoces e instrumentos musicales.
"Este es mi lugar" pensó mientras suspiraba. Era la segunda en llegar al ensayo.
- Ryo, hola - Sonreía su compañera y amiga de escuela: Nijika Ijichi, hermana menor de la dueña del establecimiento, estaba demás decir que compartía los mismos rasgos que ella, salvo que siempre cargaba una sonrisa en su rostro.
- Nijika, ¿No han llegado las demás?.
El encuentro era antes de las tres de la tarde, a las dos, para ser más exactos. Ryo llegó veinte minutos antes de lo planeado, ¿Porqué?, por el simple hecho de que le gustaba alistarse a su ritmo, tocar cada cuerda de su instrumento y cerrar los ojos con tranquilidad. Esa era clase de persona que era y seguramente seguirá siendo.
Nijika negó moviendo su cabeza de un lado a otro.
- Es temprano todavía, recuerda que Bocchi tiene que tomar transporte y Kita... Bueno, no lo sé, tal vez esté tomándose selfies en su cuarto - Una risilla salió de sus labios sin esperar, Nijika era el alivio que Ryo necesitaba para no caer en la desesperación.
- Dentro de poco tenemos algún concierto, vi tu mensaje el otro día - Mientras mantenía su conversación con la otra, sacaba su bajo del estuche.
Bocchi, la guitarrista de la banda, tímida como ninguna otra que había conocido, era una estrella en internet con su música. Ryo se lamentaba que ella fuera tan solitaria, si fuera por ella, fanfarronearía de su popularidad en la plataforma de videos.
Frunció el ceño al recordar a la otra chica, Ikuyo Kita, la más entusiasta de las cuatro, ella era la típica chica popular adicta a las fotos y a las redes sociales. Era la vocalista y segunda guitarrista, todo estaba bien con ella, era linda, siempre tenía dinero en sus bolsillos y un gran sentido de la motivación, pero esa chica poseía un lado oscuro que solo salía a la luz cuando Ryo estaba cerca.
Muchos pensarían que estaba enamorada de ella, pero la bajista lo notaba más como una obsesión sin remedio.
- Ikuyo está demente - Murmuró con los ojos en el piso.
Nijika hizo una mueca, nada feliz por el comentario de su amiga.
- Hey, no digas esas cosas, solo siente una gran... ¿Admiración? - Se sentó en su lugar frente a la batería y tomó pensativa sus raquetas -. Ella me dijo que todo comenzó cuando te vio tocar en tu antigua banda, dijo algo de que tenías fachas de chica mala y eso le gustó.
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I can't sing a love song ( oneshot).
Short StoryElla era sería, amaba la música con todo su corazón, pero eso era todo, nunca tuvo ojos para nada más y ese amor, le trajo la ruina a su vida.