¡Qué pena! Oh, Dios.
¡Qué pena que has huido!
Alejando al Amor;
despegándolo de mí
y escondiéndolo de la felicidad.
Oh, Dios. ¡Qué pena!
Sálvanos.—A.
Entrando por la puerta Taehyung sonrió al ver que Heejae, con un puchero en los labios, intentaba encajar una pieza de lego con otra. No pudo evitar pensar que cada día estaba más bonita y que crecía demasiado deprisa para su gusto.
—Qué bonita estás, Hee —habló Taehyung, con el tono más suave que pudo poner.
Al oírlo, la niña giró la cabeza y le devolvió la sonrisa al castaño. Luego, con un poco de dificultad, la niña se levantó del suelo donde se encontraba sentada con las piernas al estilo indio y corrió hasta estar a los pies del castaño. Taehyung, agachándose a su altura, acarició la mejilla de la pelinegra mientras que sus pequeñas manos jugaban con el lazo de su vestido.
—Papá —susurró—. Has venido.
Tras escuchar esas palabras el corazón de Taehyung dio un vuelco.
—Pues claro, bonita. —Agarró su pequeña mano—. Siento haber tardado tanto esta vez. ¿Puedes perdonarme?
La niña lo miró a los ojos y asintió, esta vez siendo ella la que agarró la mano del mayor, jugando con los enormes dedos del castaño.
—Está bien. Prometo no volver a tardar tanto en volver. —Se levantó, guiándola hacia el sofá que se encontraba en la esquina de la habitación—. ¿Cómo está papá? ¿Ha sido bueno contigo?
—Pues claro que sí. Papi siempre es bueno conmigo, papá. Además —no dudó en responder la niña con rapidez, acercándose a su oído y susurrando las últimas palabras—, me ha comprado un nuevo puzle.
Taehyung sonrió sin darse cuenta, negando con la cabeza. No le extrañaba que su exmarido le hubiese comprado el puzle para tapar un poco su ausencia. Y se odiaba por ello porque sabía que era su culpa y que por más que quisiera, su jodido trabajo lo acaparaba muchísimo más tiempo del que deseaba.
—¿En serio? —La pelinegra asintió con efusividad. Taehyung hizo una mueca, celoso de lo contenta que se veía su hija con un regalo del que no había formado parte.
Y es que había días en los que solo deseaba ir a casa de su exmarido para acurrucarse con su pequeña. Para pasar mucho más tiempo con ella y no perderse su infancia, como lo estaba haciendo. Mimarla, comprarle regalos, ayudarla a formar los puzles o enseñarla a resolver cualquier tipo de problema que se encontrara en su vida, lo que fuera con tal de estar con ella.
—Papi está dormido, ¿quieres ir a verlo?
La sugerencia de la pelinegra hizo a Taehyung reír porque sabía que su hija era tan traviesa como él mismo cuando tenía su edad. Incluso si sabía bien que ellos ya no estaban juntos, a Heejae le encantaba cuando los dos se encontraban en la misma habitación y se daban miradas disimuladas. El castaño suponía que le traía buenos recuerdos, porque, aunque la niña tuviera tan solo seis años, los bonitos momentos que vivieron juntos no los había olvidado. Y de todas formas no había pasado sino un año desde que obtuvieron el divorcio por mutuo acuerdo y Taehyung los dejó para vivir en un pequeño apartamento deprimente. Deprimente más que nada porque ellos no están.
—Claro, pero no hagas ruido, que sabes que papá se levanta de mal humor si lo molestamos.
—A veces conmigo no, papá. A mí me abraza muy fuerte y no me deja ir.
Taehyung se lo imaginaba. Jungkook amaba tanto a su hija que ni siquiera podía enojarse con ella si lo despertaba como siempre había odiado que lo hicieran. Y Taehyung intentó que ese recuerdo no lo afectara, pero fue inevitable, por no decir imposible. Al castaño el corazón se le aceleró y el recuerdo de Jungkook entre las sábanas con una sonrisa perezosa nada más despertar lo hizo sonreír, por desgracia, tristemente. Recordar esas mañanas asombrosas junto a su familia lo hacían sentirse mal e impotente. No sabía muy bien qué había pasado para que todo lo que tenía se le escapara de las manos en un abrir y cerrar de ojos. O quizá sí y no quería admitirlo.
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aquí y ahora (kookv)
FanfictionPorque aquí y ahora... vuelvo a elegirnos. © fawnkoo | abril 02, 𝟤𝟢𝟤𝟢 / junio 29, 2024.