Capitulo 1

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Recuerdos y drogas

"El gran concierto de Levar ha llegado al país, viaja en nuestros impecables autobuses a un precio inigualable. Disfruta en vivo del mítico canto marino y la orquesta acuática en su gira 1990. Adquiere tu boleto redondo en ventanilla".

—Cada cosa que recuerdes será importante para entender mejor cómo estamos, escribe todo con lujo de detalles. —Dijo el detective.

—Deberías comenzar. —Sugirió una voz en el fondo de la habitación.

—Comenzaré ahora mismo. —Susurre.

Si me hubieran dicho que terminaría por escribir el inicio, quizá le hubiera prestado más atención a todo. Aún así, recuerdo muchos detalles con claridad.

La estación de viajes estaba abarrotada de gente. Sin embargo, yo no le prestaba atención a nadie en particular y nadie en particular me prestaba atención a mi. Solo eran siluetas a mi alrededor.

Cuando llegó la hora de partir, en vez de esperar hasta que todos subieran al autobús (como siempre solía hacer), decidi ser de los primeros en entrar. Camine con rapidez a la puerta y le entregué mi boleto al chofer, esa ocasión me encontraba muy cansado como para subir de último.

—Será un viaje largo. —Pensé, mientras suspiraba en mi asiento.

El camión, como no podía ser de otra manera durante el verano, se encontraba casi lleno. Me acomode en mi asiento para comenzar a dormir, había alguien a mi lado pero tampoco me importaba tanto, solo era una silueta más. Quizá estaba pensando en mi primera vez viajando solo, me incomodaba la idea de tener que sentarme con otra persona. Nunca fui muy bueno socializando con desconocidos, en algún momento descubrí que ignorar a los demás era más fácil.

Ya eran las 21 horas del día lunes y todos estaban a bordo. Yo deseaba comenzar a dormir pronto. Sin embargo, la película que transmitía el autobús sonaba más fuerte que los audífonos baratos que tenía puestos, así que no puede concentrarme ni en la trama, ni en mi música. Después de varios minutos y gracias al arrullo producido por el transporte, logré quedarme dormido.

Pasadas un par de horas, el hambre y el frió hicieron lo suyo para despertarme. La película había terminado, me retire los audífonos solo para percatarme del notable silencio. No pasé ni 60 segundos con los ojos abiertos y ya estaba estornudando con mucha energía. Era aquella alergia causada por la humedad del aire acondicionado en el autobús.

A pesar de ser primera clase, el camión era destacadamente viejo. Cometí el error de sentarme bajo una de las muchas ventanillas defectuosas de aire acondicionado. Aunque no había forma de saber sobre las ventanillas con antelación, en ese momento ya me estaba culpando por mi elección.

—"Autobuses impecables." —Recordé con molestia.

La ventanilla no podía cerrarse y emitía un extraño sonido mientras el aire frío salía de ella. Era esa clase de sonido que te fastidia hasta que tu oído comienza a ignorarlo.

Afortunadamente ya existía una solución sencilla para mi alergia. Comencé a buscar dentro de mi mochila, mi nariz estaba roja y húmeda, ya se notaba mi incomodidad.

Nunca me gustó llamar la atención, pero estornudaba tan fuerte que varias personas me decían "salud" al mismo tiempo. Me sorprendió que hubieran tantos pasajeros despiertos ¿O será que yo los desperté? Ese pensamiento no me ayudaba mucho.

Aunque no recordaba si las había guardado, seguí buscando con mi mano dentro de la mochila. Ya todo estaba oscuro, solo me alumbraban las pequeñas y tenues luces del pasillo.

Recuerdo bien que antes no solía sentarme en el lado del pasillo, pero en mis últimos viajes lo había preferido así. Descubrí algunos beneficios, como el poder ir rápidamente al baño sin tener que pedirle permiso a nadie.

Pasados unos cuantos estornudos, finalmente saqué mi mano con un frasco de pastillas. Estaban hasta el fondo de la mochila. Extraje una píldora y la metí en mi boca rápidamente, sostuve mi botella con agua y bebí de ella con mucho entusiasmo. Como si la solución fuese a hacer efecto inmediatamente.

De pronto y sin previa introducción, la silueta que estaba a mi lado me dirigió la palabra mientras encendía una pequeña lámpara que se encontraba instalada sobre nosotros.

—¿Qué tomas? —Dijo susurrando.

Era una chica menuda, o quizá se veía así por el gran abrigo que llevaba encima. Tenía una apariencia descuidada, su cabello tenía un poco de... ¿tierra? Y su rostro reflejaba que no había dormido bien en varios días.

—Éxtasis. —Respondí sin pensarlo y susurrando como ella.

—¿Qué es eso? —Ella volvió a preguntar.

—Fue una broma, solo tomé una pastilla para la alergia. —Dije sonriendo mientras mi nariz escurría.

Ella me observaba con extraña atención, la cual hizo que yo volviera a sentir toda la incomodidad que tenía un momento atrás. Así que nuevamente mire hacia delante y comencé a limpiar mi nariz mientras deseaba que ella dejara de verme.

Después de notar que no dejaba de mirarme, intenté retomar la conversación.

—¿En verdad no sabes que es el éxtasis? —Pregunté.

—No, no tengo ni idea. —Respondió.

—Es una droga muy común, estimula los sentidos. —Dije.

Ella bajó la mirada para observar detenidamente la palma de sus manos. Las cuales, por cierto, eran bastante peculiares. Desconcertado, decidí olvidarme del asunto y volví a mirar hacia el frente. Los minutos pasaron...

—¿Te gustan las drogas? —Preguntó.

—Tal vez, ¿y a ti? —Respondí con picardía.

—No, no me gustan. —Dijo en tono cortante y con mucha seriedad.

—No me gustan ni un poco. —Volvió a repetir pero ahora susurrando. Parecía inestable, como si de repente tuviera miedo de su propia voz.

Después de pasar un par de minutos en silencio, ella prosiguió.

—Cuando transportas cocaína, siempre viene bien consumir un poco ¿Sabes? Para eso de los nervios. —Dijo con firmeza.

—¿Alguna vez has consumido? —Pregunte con incredulidad.

—Lo hago todo el tiempo. —Respondió. Mientras se levantaba un poco el abrigo que llevaba puesto, dejando entrever pequeños paquetitos blancos pegados a su estómago con cinta adhesiva transparente.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2023 ⏰

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