Es obvio que yo no tenía la menor idea de esto.
Llegamos a Hufflepuf, por suerte no había nadie en la sala común, caminé junto a Newt hacia su habitación y al entrar me tiré en su cama, boca abajo.
Solo escucho como Scamander cierra la puerta y poco después se sienta a mi lado.
—No tenía la menor idea... —suspiré.
—Lo sé, ni el ministerio, ni nadie.
Recordé aquellas palabras, me senté en la cama quedando frente a Newt.
—¿Tú crees que por eso ya no querían que asistiera a Hogwarts?
—Quizás planeaban huir contigo en caso de ser descubiertos...
—Si, podría ser eso. —froté mi rostro con desesperación —No sé cómo lo vayan a tomar mis abuelos.
—Por supuesto, no muy bien. —se acercó más a mi hasta ponerse de mi lado para pasar su brazo por encima de mis hombros.
Me abracé a Newt, me sentía mejor con él, su calor me transmitía mucha paz y tranquilidad.
Las lágrimas seguían cayendo.
Y es que no me lo podía creer.
Mis padres, no solo eran mortifagos y seguidores de voldemort, eran muy cercanos a él.
Mis padres directa o indirectamente tuvieron que ver en miles de muertes.
Newt se encargaba de pasar su cálida mano por mi espalda en forma de consuelo, el momento fue muy reconfortante hasta que llamaron a su puerta.
—Iré a ver.
Simplemente asentí y él se puso de pie, escuché la voz de Christian, le decía algo que no entendí, Newt fruncía el ceño pero terminó asintiendo y cerrando la puerta.
—¿Qué pasa? —pregunté limpiando mis ojos.
—Dumbledore quiere verte en su despacho, está ahí con el ministro. —suspiró.
—Oh... —le limité a decir.
—Vamos, iré contigo. —estuve de acuerdo y me puse de pie para ir juntos a la oficina del director.
[...]
Scamander dio dos golpes a la puerta.
—Adelante. —se escuchó del otro lado.
—Te esperaré aquí afuera, ¿de acuerdo? —asentí —cualquier cosa, ven, no me iré.
Le sonreí levemente y le di un corto beso en los labios.
—Gracias, Newt.
Entonces me adentré en la oficina, Dumbledore estaba ahí junto al ministro como le dijeron a Newt, pero también estaba Snape y McGonagall.
—Señorita Lins, gracias por venir. —dijo el director.
—Si... vine justo como lo pidió.
Miré por un momento a Severus, su mirada estaba perdida en el suelo.
La profesora me sonrió levemente mientras que el ministro me miraba con una mueca, como de lástima y fue él el primero en hablar.
—Hola, joven _____, estoy seguro que sabe el porqué estoy aquí y el hecho de haberle llamado. —asentí.
—Si, ya lo leí.
—Por su estado me atrevo a decir que no estaba enterada de esto, pero aún así me temo que es necesario un interrogatorio, como es aún menor de edad necesito su consentimiento junto al de su director. —me explicó —Quisiera saber si está dispuesta a cooperar.
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