Capítulo 1. Convivencia Obligada.

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Las miradas borgoñas se encontraron con fuerza: una llena de indiferencia, la otra llena de necesidad, pero ambas escondiendo muy en el fondo una soledad infinita y dolor. La mayor comenzó a caminar ignorando nuevamente a su hermana tirada en el suelo. Yoohyeon alzó la mano deseando sostener la mano de quien se alejaba y sin embargo se detuvo a sabiendas que no tenía derecho de pedirle nada.

-Byul...

"Como siempre tenías que arruinarlo ¿no Yoohyeon? ¿Por qué no entiendes que nunca podrás superarme?"

Kim Moon Yoohyeon cerró los ojos con frustración, con tristeza. Su hermana mayor nuevamente había sido muy clara en cuanto lo que jamás llegaría a ser; pudo sentir la opresión en su pecho crecer un poco más y en su corazón herido sintió otra punzada. Abrió los ojos para notar que volvía a encontrarse sola, rodeada de libros, polvo y desorden. Suspiró con pesadez.

A veces olvidaba que era su lugar.

Se levantó de la alfombra vieja y trató de peinar su cabello revuelto. Se había quedado dormida en la bodega de almacenamiento. Observe por una de las ventanas como apenas comenzaba a amanecer; parpadeó un par de veces para despejarse y finalmente se colocó en pie. Sacudió sus ropas y soltó un respingo al estirar su mano derecha. Elevó su mano mirando las raspaduras ya secas en sus nudillos y dorso. Ahora que la observaba tal vez tenía algún esguince, pero nada más grave. El encontronazo de ayer con su hermana mayor había sido tan rápido que no había notado su herida. Recordaba cómo ambas habían arrojado su puño una contra la otra, impactando con el contrario; lamentablemente para ella, Byul siempre cargó un guante de metal sobre su mano derecha, por lo que el mayor daño lo había recibido ella.

Un ladrido le obligó a bajar la mirada encontrándose con un pequeño cachorro color café claro agitando la cola alegre. Pie, su espíritu, era parecido a un perro de orejas puntiagudas, ojos negros y una gema roja en medio de su frente.

-Pie...- se inclinó para acariciarla.

"Tienes que aprender a mirar Yoohyeon.."

Sus movimientos se congelaron, extrañada de la frase mencionada por Pie. ¿Aprender a mirar? No entendía qué quería decir con eso. Sus ojos borgoñas miraron directamente a los de su espíritu, esperando, pero no volvieron a escucharle. Con un suspiro volvió a erguirse y salió de la bodega seguido del cachorro. La puerta se cerrará tras ellas sin necesidad de moverla, bloqueando a cualquier intruso por sí sola. Recorrió el jardín trasero que contaba con gran variedad de flores, plantas medicinales y cinco enormes árboles de jacarandá; detrás del último se escondía una puerta de madera vieja. Yoohyeon sacó del bolsillo de su pantalón una llave de cobre y la colocó en la cerradura; entró sin molestarse en cerrar ya que no era muy común ver gente rondando por esa parte del territorio Moon.

Camino por un pasillo de mármol iluminado por el sol; otro pequeño jardín con una fuente en medio contaba con lirios silvestres, detrás, se encontraron dos cuartos abandonados y al final del pasillo la puerta de su habitación. Entró desganada, la habitación contaba con un armario, un clóset, un escritorio lleno de objetos curiosos y una cama junto a la ventana. Yoohyeon se tiró sobre esto, con Pie a sus pies y descubrió el techo donde se encontraron varios dibujos que ella misma pintaba en tiempos de ocio, cuando terminaba los deberes y le sobraba tiempo libre. Desde su posición en la cama miraba el enorme espejo en la puerta izquierda del clóset, por el que observaba el pasillo y la puerta principal- eso le encantaba, ya que muchas veces observaba la lluvia o el jardín, incluso algunas veces el jardín trasero- . Tres veces por semana vivía en aquel lugar, arreglando el pequeño jardín, acomodando y limpiando las bodegas o archivando papeles. Eran los deberes que su hermana mayor Byul le había asignado para la familia Moon. Aun cuando eran familia de sangre, después de la muerte de sus padres jamás tuvieron contacto, hasta hace un año que Yoohyeon decidió ir a hablarle sin esperar nada. Su hermana, escuetamente, con su mirada fría le aclaró que tenía que empezar desde abajo y que no recibiría ninguna herencia.

LEJOS DE LOS OJOS, LEJOS DEL Corazón - JIYOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora