Capítulo 1

41 2 0
                                    

La cama recibió el impacto de mi cuerpo siendo dejado caer con resignación, suspiré pesadamente, agotada y vencida por la idea de dejar Atenas.

Miré las grandes maletas que yacían al lado de las grandes puertas del guardarropas. Comencé a empacar absolutamente todo y encontré una pequeña caja roja aterciopelada, un recuerdo me golpeó, llevándome al pasado.

Flash back.

-Mi pequeño ángel ven acá- mi tía Alida me llamó desde su cuarto, corrí hasta su habitación con emoción. Cuando llegué ví a mi tía sentada en la gran cama, plameó un lugar a su lado, salté y me senté junto a ella- feliz cumpleaños mi pequeña, mira éste es tu regalo, quiero que siempre que lo mires recuerdes a tu mamá. Ella solía usarlo y quiso que fuera tuyo.

Abrí la pequeña caja y saqué un bello relicario con forma de círculo, con muchos grabados extraños y en su centro un par de alas doradas.

Fin del flash back.

Saque el relicario y me lo puse me miré en el espejo, sonreí sintiendo una extraña conexión con este lugar.

Terminé con mis pertenencias y veía lo que era mi habitación vacía, cada segundo más que pasaba era una tortura para mí, quería quedarme; no porque tuviese muchos amigos, porque no los tenía. Si no porque este es el lugar al que pertenezco.

-Marah baja ya- gritó Alida desde la planta baja.

Miré por última vez mi habitación sintiendo como dejaba una parte de mi alma aquí.

Subimos las cosas esenciales a la camioneta, Alida dijo que compraríamos lo demás cuando llegáramos aunque aún no me ha dicho a donde iremos.

Por fin llegamos a nuestro destino. Londres casi parecía un sueño, una ciudad lluviosa y hermosa, pero desconocida para mí.

Llegamos a una amplia casa en un barrio un poco cotizado para mi gusto, bajamos de la camioneta que nos había traído desde el aeropuerto hasta aquí, recogí mis maletas y un cuadro que había hecho yo misma hace algunos años y me adentré en la enorme casa.

-Marah elige la habitación que quieras- me dijo Alida como forma de compensarme por traerme desde Atenas hasta Londres.

No dije nada y seguí mi camino escaleras arriba, llegué a una habitación blanca y elegante con un armario más grande que el que tenía antes, giré mi cabeza para encontrarme con una pared totalmente hecha de cristal desde la cual se veía la hermosa puesta de sol expuesta en un perfecto cuadro que se veía desde mi habitación.

Estaba cansada y simplemente quería dormir, saqué una sudadera y un short y me metí en la blanca y esponjosa cama nueva, estaba fría pero tenía que meterme ahí para que rápidamente se entrara en calor conmigo adentro.

Desperté sintiéndome extraña, miré a mi alrededor sin entender nada, un segundo después asimilé el hecho de que es mi nueva vida. Pero algo no salía de mi cabeza, desde que soy una niña, Alida nunca me negó nada, si yo decía algo se hacía. Pero por qué esta vez me negó el quedarnos en Atenas.

Me levanté de mi cama y me dirigí al baño, recogí mi cabello rubio en un moño alto dejando caer las hondas de este. Bajé buscando la cocina y ví todos los muebles nuevos ya organizados en sus respectivos espacios, llegué a la cocina y ahí estaba una señora de cabello rojo que se movía de un lado a otro organizando la comida en el refrigerador despensa y gabinetes. Me miró y dejó de hacer todo y se acercó.

-Y tu debes ser Marah, no?

-Un gusto, no quiero sonar descortés pero, quien es usted?

-El gusto es mío, mi nombre es Amie, Alida me dijo que despertarías pronto. Pero lastimosamente aún no he podido preparar nada. Si tienes hambre pediré lo que quieras.

-No creo que saldré a conocer éste vecindario y veré si hallo algo de comer, igual muchas gracias Amie.

-De acuerdo Marah. Se muy cuidadosa.

Sonreí y salí de nuevo hacia mi habitación, mi ropa ya estaba dentro del armario pues mis maletas ya no se encontraban regadas. Abrí la puerta y me adentré en un cuarto con una de las 4 paredes llenas, admiré un segundo todo el lugar y ví una pequeña pasarela con luces por el piso y con 3 espejos al final. De seguro Alida sigue buscando que yo me sienta cómoda aquí.

Opte por ponerme un pantalón gris y una sudadera negra, solté mi cabello y lavé mis dientes, cogí mi bolso y mis auriculares, aprovecharía la ocasión para ir a correr, salí de la casa y empecé a correr, a medida que corría me puse a pensar que esta era una idea tonta si no sabía por donde iba o por lo menos cual era mi dirección. Paré en seco y ví un café, ya estoy perdida pero al menos tendré algo de comer. Entré y pedí una taza de chocolate con un cupcake de arándanos. Estaba buscando una mesa cuando choqué con alguien, levanté mi vista y me encontré con unos ojos negros aunque no tan oscuros como los míos.

-Lo siento, no ví por donde iba.

-Descuida, de seguro no fue tu intención- dijo ella moviendo su cabello rojo y avanzando. Se volteó y me miró sobre su hombro- Hasta luego- dijo y siguió su camino.

Llegué a mi mesa y comí lo que había pedido unos momentos atrás, cuando terminé, recordé que estaba perdida. Me paré de la mesa, pagué y salí de ahí intentando regresar por donde vine.

Iba caminando por ahí cuando me encontré con un chico de ojos color miel. Era muy atractivo, me sonrió y pasó una mano por mi hombro.

-Hey, pequeña cuidado, casi chocas conmigo.

-Lo lamento mucho, hoy estoy distraída.

-Se nota, entonces supongo que no notaste que casi pisas mis tenis- eso ya no lo dijo tan amable.

-Perdón no te ví.

-Eso ya lo dijiste, seguro que esto es solo una excusa tonta para acercarte a mí.

Me acerqué a el y tiré del cuello de su camisa- pero quien te ha dicho tantas mentiras para subir tu frágil ego?

-Perdón, pero que lanzada eres, mira como me tienes.

Le iba a gritar en su maldita cara de idiota, pero me tomo del cuello y se acercó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Arcontes |Z.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora