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Nota 6


Parado en frente de mi habitación, me recosté contra el marco de la puerta cruzando los brazos y miré a la cama gigante de dos plazas. La poca luz del sol que entraba por el ventanal iluminaba mi almohada, la única que había allí, y las cobijas blancas de repente parecieron naranja. Hice una mueca cuando se me estrujó el corazón al recordar la primera vez que me di cuenta que Jimin ya estaba viviendo conmigo y cuando él me contó como me había conocido.

Sonreí nostálgico.

Aquel día habíamos venido del supermercado y yo me encontraba sacando las mercaderías de las bolsas. Recordé hacer una mueca porque no podía abrir el nudo de una de ellas y casi había roto el plástico de la frustración. Mientras batallaba, me preguntaba donde demonios estabas mi novio. Haciendo un gruñido como el de los dinosaurios bebé, lo llamé.

¡Aquí estoy! —me respondió él desde mi habitación.

No puedo abrir una bolsa. ¿Puedes ayudarme por favor? —yo había hecho un puchero mientras entraba a la habitación, pero me quedé perplejo sobre el marco de la puerta cuando vi la silueta de Jimin recostado de espaldas sobre el colchón de mi cama, sonreía con los ojos cerrados y sus manos descansaban en su pecho. Un pequeño rayo del sol de la media tarde iluminaba su cabello negro convirtiéndolo en castaño y las nubes anaranjadas hacían que las paredes blancas se consumieran de ese tono convirtiendo a mi dormitorio como el cielo mismo. Jimin lucía tal cual un ángel en el paraíso. Mi corazón latía tan fuerte mirándolo, que sentía que estaba a punto de desmayarme—. Oh.

Jimin tuvo la decencia incluso, de abrir los ojos y sonreírme.

¿Qué pasa? —él había comenzado a reírse. Sonrojándome, finalmente corrí hasta la cama y me tiré encima suyo subiéndome a su regazo, lo abracé fuerte y hundí mi nariz en el hueco de su cuello—. Ey, ¿qué sucede amor?

Déjame así unos minutos —le rogué tratando de controlar mis emociones. Apreté mis manos contra los costados de su cintura y aspiré su aroma, enamorado.

Oh, está bien —finalmente, él me abrazó con fuerza acorralándome por completo. Sonreí feliz cuando la serotonina me consumió de pies a cabeza y mi corazón aulló por salir de mi interior. Aquello se sentía tan bien. Siempre se sintió tan bien. Me gustaba la sensación de quedarme recostado sobre su pecho y hundir mi nariz en su cuello; me hacía sentir protegido y amado, como si Jimin fuera ese escudo que llevaba conmigo a cualquier sitio al que yo solía ir.

¿Sabes? Todavía sigo sin creer que seas mi novio, que seamos novios. Sé que ha pasado un año, pero todavía se siente irreal. El hecho de estar así contigo se me es absurdo en el sentido de que nunca en mi vida me imaginé estar así con alguien, mucho menos pensé estar una relación y amar tanto a otra persona y que me amaran de vuelta —murmuré ladeando mi cabeza recostándome en su pecho.

Las manos de Jimin que habían estado acariciando mi espalda se detuvieron y su corazón contra mi oreja comenzó a latir rápidamente haciendo que yo frunciera las cejas. Su piel se puso caliente haciéndome sonrojar de nuevo.

¿Jimin?

Yo tampoco lo imaginé —me confesó de repente—. Sigo pensando que esto es un sueño bonito y tengo mucho miedo de despertar y que ya no estés a mi lado, no sé que haría si me despierto y todo vuelve a cuando ni siquiera me conocías, cuando te miraba desde lejos mientras ensayabas con tu saxofón en la sala de música —me apretó—. Nunca me atreví a hablarte, tenía miedo.

¿Eh? —sorprendido, levanté mi cabeza y lo miré—. ¿Estás diciendo que...?

—me miró y acarició mi cabello.

Piece • Jikook PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora