Ya en una semana inician las fiestas navideñas, y el jodido Alex Murph no sale de mi cabeza, ni de mi jodida casa literalmente.
Apenas es la hora del desayuno y ya está jodiendo en mi casa.
- ¡Buenos días cariño! - escucho la dulce voz de mi madre llenar mis oídos, solo al pisar la cocina.
La ignoró, y camino hasta los cereales, y agarro un puño.
- No son tan buenos por lo visto - murmura una voz gruesa que me eriza la piel, y me ahogo con los jodidos cereales.
Mi tos se intensifica al ver los tres chicos que no me quitan la mirada desde la barra, pero mi sorpresa está en el hombre sexy con traje que me mira intensamente, con una sonrisa burlona.
Es Elliott.
Elliott Murph.
- Primera vez que no responde de mala manera, - se burla Maxim, mi lamentablemente hermano mayor - solo falta que por fin me devuelva el abrazo de las mañanas.
Se para de la barra, y al verle las intenciones me escondo detrás de mi madre.
-Ya hemos hablado ésto muchas veces, tu hermana no es la mejor persona a estás horas...
-Nunca querrás decir.
-No me interrumpas, y por el bien de los "Buenos días" de todos, ya sabes a lo que hemos quedado.
Le lanzó una sonrisa burlona a mi hermano, y sintiendo los tres pares de ojos en mí dirección, agarro un recipiente con cereales y salgo inmediatamente de la cocina.
Los murmullos se pierden mientras me voy a la mesa del jardin.
Nunca fuí fan de las mañanas, y cuando en mis mañanas añadieron a Alex fué bueno al principio me despertaba risueña y todo era maravilloso, hasta que tenía que escuchar la mayor parte de mi desayuno como Alex hablaba de su novia.
¿A quien no se le quitaría el hambre?
Luego desayunar en el jardín se hizo un hábito.
Ya ese tema no importa, lo que nos importa ahora es ¿Qué hace Elliott en mi casa? se supone que debería estar en su lujosa oficina en New York, a Miles de kilómetros de aquí.
Estúpida, recuerda que las fiestas navideñas son en una semana.
¡Cierto!
Salgo de mis pensamientos cuando la imponente figura trajeada de Elliot cruza el marco del jardín, y fija sus ojos en mí con esa intensidad que me prende.
¿Cómo se respira?
Este sentimiento que se aloja en la parte baja de mi vientre por excitación, y me empapa las bragas con mi humedad, este sentimiento no es correcto porque este hombre fornido que se sienta al frente de mí, es casi parte de "la familia".
Bueno familia familia, no es.
- Te gusta lo que ves. - afirma, y baja la mirada a mis pechos.
Y me doy cuenta que mis pezones se marcan, al salir de mis pensamientos, me tapo los pezones con mis manos, y siento mi cara arder de la vergüenza.
- Es por el frío.
Me excuso, pero la mirada burlona que me da, me hace saber que no me cree ni la hora.
- ¿Y tus bragas mojadas también son por el frío, ojitos lindos?
Aparto la mirada.
- Yo no tengo las bragas húmedas - miento.
Descarada.
- Si cuelo mis manos debajo de esa falda, y consigo tus bragas húmedas ¿que crees que te haré por mentirosa?
El calor de mi cuerpo aumenta, y consigo esa mirada determinada de hacer todo lo que mencionó.
No sé que me lleva hacer esto pero, dejo mi cubierto en el tazón, y mi mano baja a mi sexo, y agarro un poco de humedad con mis dedos, y le enseñó mis dedos humedos, y lo próximo que hago es lamer mis dedos con mi mirada fija en él.
Veo como se relame los labios, y esa mirada lujuriosa no se aparta de mi boca.
- ¿Cómo me castigaras? - murmuró deseosa.
Siento el fuerte jalón de mi silla, a dónde él se encuentra, y todo pasa muy rápido, pero estoy sentada en su regazo, con su mano en mi cuello.
- No me provoques Eleonor, que ésto no será cómo las últimas navidades, - murmura muy cerca de mi rostro con esa mirada determinante - ahora sí te puedo follar, porque ya eres mayor de edad.
Mi cuerpo tiene vida propia, cuando me froto contra su polla, sintiendo lo dura que está debajo de mí.
Un gemido se escapa de mis labios, y sus labios toman los míos con esa posesión que tanto extrañaba.
Nota de autora:
¡Buenas buenas pervertidas!
Ésto es solo un borrador, si les gustaría seguir leyendo, déjenme lo saber con sus comentarios.