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"Puedes ver el mundo que tú mismo trajiste a la vida"

Mientras el tiempo pasaba, Cristian se sentía más afortunado de haberse dado esa oportunidad con Lisandro, aunque aún  no le ponían una etiqueta a lo que tenían, para él estaba bien, porque Lisandro le daba esa exclusividad e importancia que necesitaba.

Aunque no se podían ver a menudo por sus agendas apretadas, hacían lo posible para verse y estar juntos, pasar juntos, salir y hacer lo que casi no hacía antes, ir a citas.

Sentía todo como una nueva experiencia, la cuál disfrutaba cada segundo, porque se sentía como un primer enamoramiento, como algo que nunca había experimentado. Y de cierta forma eso le encantaba.

Lisandro lo trataba con cierto respeto y delicadeza que no esperaba, le daba tiempo, le daba el tiempo que según el dijo, se merecía, porque no quería hacerlo sentir presionado, Lisandro entendía todo de una manera que él no esperaba. Miró al contrario que estaba por la cocina, mientras tomaba del vaso de coca-cola con fernet, la escena se le hacía surrealista.

Los dos, campeones del mundo, con carreras prometedoras en el fútbol, jugando en equipos grandes, tomando coca-cola con fernet cuando podían tomar del vino más caro, pero amaba la sencillez del contrario.

— ¿Qué? — Lisandro ríe mirándolo. — ¿Porqué me miras así?

Cristian se encoge de hombros dándole un trago a su vaso, para reírse.  — ¿No puedo mirarte? Te ves super guapo — dice sin dejarlo de mirar.

Lisandro sonríe, mientras iba a la cocina, lo siguió, Lisandro sacó la comida que se estaba haciendo en el horno, se acercó un poco para ver la lasaña.

— Se ve bien — menciona Cristian tomando dos platos para que Lisandro pueda servir.

— Hay que probarla, ahí podremos ver si como se mira sabe bien — dice sirviendo en los platos, el contrario se acerca al refrigerador y saca la ensalada.

Cuando estaba la comida servida se sientan en el sofá de la sala, mientras comían y bebían, empezaron una conversación sencilla donde se daban pequeñas miradas, mientras se compartían cumplidos.

— Te quedó bien — Cristian deja el plato en la mesita en medio de la sala, el rubio sonríe haciendo la misma acción de dejar el plato.

Cristian recuesta su cabeza en las piernas de Lisandro, mientras el otro acariciaba su cabello de manera suave, introduciendo sus dedos en las hebras de cabello, haciendo que el cordobés se relaje ante el delicado toque del contrario, soltó un suspiró, mirando al rubio, que lo miraba con intensidad, su mano subió, hasta llegar a la nuca contraria dando pequeñas caricias. Los ojos de Cristian tenían aquel brillo característico que conectaba con el de Lisandro, ese brillo que demostraba cuando enamorados estaban el uno del otro.

Cristian presionó un poco con su mano la nuca del contrario, haciendo que bajé su cabeza un poco, para él subir la suya y acercarse de manera en la que sus respiraciones se mezclaban formándose una sola, Lisandro observó los labios contrario, tragando saliva, sintiéndose genuinamente ansioso por lo que iba hacer, Cristian no lo pensó mucho y corto la distancia tomando los labios de su acompañante en un besó delicado, en un roce íntimo, haciendo que sus corazones palpitaran nerviosos por esa nueva experiencia, no se acercaba al primero besó que habían tenido, se sentía diferente, se sentía llenó de amor.

Lisandro tomó las mejillas de Cristian, para que sus labios no se alejarán, para tomar completamente lo que le pertenecía desde ese momento, no lo apresuró, lo mantuvo como un movimiento sencillo pero seguro, uno donde le demostraba cuanto lo amaba y cuánto lo estuvo esperando, cuando sintió la falta de la respiración, se separaron a regañadientes, mientras sus ojos se miraban, demostrando lo extasiados que estaban por aquel roce tan exquisito.

— Te amo... — balbuceo Lisandro, si quitar su mirada del contrario, el corazón de Cristian quería estallar.

— Te amo — respondió Cristian abrazando a Lisandro, sintiendo el calor que su cuerpo emanaba, la calidez con la que lo envolvía.

Lisandro acarició la espalda del contrario dejando un besó en su hombro. Esa noche Lisandro decidió quedarse en el departamento del contrario, sacó ropa del armario que había dejado para esos momentos y fue a darse una ducha, aún sintiendo el tacto de sus labios con los de Cristian. Sonrió sintiéndose afortunado.

Salió del baño observando al contrario recostado en la gran cama, se recostó a su lado para abrazarlo desde atrás y besar su nuca, haciendo que su cuerpo diera un espasmo por sentir el calor de sus labios en esa zona, ocasionado que su piel se pusiera de gallina por aquella vana acción, las manos de Cristian tomaron las suyas que rodeaban su cuerpo, se dio vuelta y tomó sus labios en otro besó.

El besó escaló de manera sutil, Lisandro dio pequeñas caricias en el brazo del contrario, mientras que Cristian, acaricio su labio inferior con su lengua para pedir permiso, el rubio permitió la entrada y sus lenguas se acariciaron, sintiendo una explosión de emociones mientras recorrían cada espacio del otro. Lisandro rodó un poco quedando sobre el cuerpo ajeno, Cristian rodeó sus piernas en la cadera del otro.

La ropa fue disminuyendo con el tiempo, mientras que las acaricias y los besos marcaban un compás en cada centímetro de sus piel, Lisandro besaba cada centímetro del cuerpo de Cristian.

Sus manos acariciaron y tomaron aquella zona contrario haciendo que el otro perdiera el control de sí mismo, sintiendo el placer recorrerle por cada lugar, Lisandro acarició y dio atención a cada zona de su cuerpo, dándole importancia a la más mínima cosas. Amando cada espacio de él.

Cuando su cuerpos se unieron ambos soltaron gemidos, mientras mantenían el contacto visual y tomaban su cuerpo con cariño,  demostrando su amor, el cuerpo de Lisandro se cernía con vehemencia contra el de Cristian, mientras su boca tomaba la suya, haciendo que los ruidos que escapaban sean callados, sintiéndose cada vez más cerca del punto culmine de su amor.

El clímax los golpeó de una manera exquisita, haciéndolos gemir al unísono, Lisandro apoyó su frente en el hombro contrario mientras que Cristian abrazaba su cuerpo, tratando de recuperar el aliento.

— Quiero ser tuyo de todas las formas, en cualquier dimensión, en el presente y en el futuro, quiero tomar tú mano y no soltarla nunca — el rubio habló mientras miraban los ojos de Cristian, estos brillaban de una manera única.

— Te amo — susurra Cristian tomando las mejillas de su acompañante para darle un pequeño besó. — Quiero formar parte de tú vida...

Volvieron a besarse, sellando cada promesa en los roces de sus labios como si estos fueran una firma de un contrato. Porque se amaban genuinamente.








FIN


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